2024/ EPs internacionales

El proyecto “Reset” ha ocupado los últimos dos años de sus artífices, Panda Bear y Sonic Boom. Desde su lanzamiento en agosto de 2022, se han publicado subsecuentes iteraciones de la colaboración, como una expansión que incluye nueve instrumentales y un disco de reversiones dub. El revestimiento más reciente, “Reset Mariachi”, imagina cómo sonarían dos de las canciones en castellano, bajo la lógica del bolero y con el acompañamiento de Mariachi 2000 de Cutberto Pérez. “Viviendo en las secuelas” preserva sus cuerdas, pero la traslación de “Peligro” es más notoria (las terceras de trompeta se acoplan con gracia). Bartolomé Armentano

Originarios de Cambridge, Ugly debutaron en 2018 con un single tenebrista cuya cara B, “Redemption, On The Road To Damascus”, invitaba a transitar por caminos pedregosos. Ahora firman un EP luminiscente, donde apuntan al imaginario de los Fleet Foxes con hermosas cacofonías vocales, textos crípticos y una atmósfera íntima y cálida que te acaricia en canciones transparentes como “Icy Windy Sky” o “I’m Happy You’re Here”, letanía amorosa con final feliz: “Me acerca a casa / un himno asilvestrado que me cala hasta los huesos / Pero no me importa / Si eso está bien para ti, entonces está bien para mí”. Luis Lapuente

No sé si hay otro productor en el mundo capaz de pensar, producir y publicar un tema como “Space Drag”: once minutos de balearic fantasmagórico, mágico y rasposo con ritmillo house y basslines ácidas que entran y salen. Podría durar una hora y nadie se quejaría. Pero el caso es que “Space Drag” no es solo ese tema titular épico, sino que hay otros tres que no bajan (apenas) el nivel. “Acid Left And Right”, de hecho, lo mantiene, y mira que era difícil: otros ocho minutazos gloriosos de soft trance tropical en loop. “Forever Latino” y “Ooh Baby” no desmerecen tampoco, aunque ya el efecto mareante desaparece. Boman es un genio, no hay más que hablar. Carles Novellas

Travieso aun en el 40º aniversario de sus inicios con The Loft y The Weather Prophets, jugando al escondite con proyectos paralelos de minúsculo alcance, Pete Astor creó The Attendant como entretenimiento con Ian Button durante el confinamiento. Electrónica casera onda 1980 con espartanos riffs de guitarra y bajo, más la voz de Pete recitando calmosamente poemas con más talante narrativo que lírico. Este segundo EP evoluciona: menos mecanicismo y más acercamientos al pop, tres de las cinco piezas tienen estribillo cantado. Ambient de guitarras limpias, poesía con colchón melodioso. Estimulante siempre. Ricardo Aldarondo

El EP debut de ILLIT convirtió al quinteto surcoreano en el gran antagonista de una industria hierática: tan jóvenes como odiadas, su aparición no solo ha dinamitado la exposición pública del abuso en las idols, sino una tendencia incipiente hacia lo kawaii y lo bubblegum tras una época dominada por el fierce pop que tan bien funcionó en BLACKPINK. Nostalgia Y2K, puggnb, Jersey club de colores pastel y breakbeat azucaradísimo y en lenguaje TikTok: muy manido pero muy fresco en su esfera. Del “Super Real Me” existe una versión sped up que suena incluso más a ILLIT que el original. Marta España

Ojalá esta pieza de colección sea el preludio de un futuro trabajo que combine su country-pop con una nueva atmósfera synth. Originalmente lanzadas como CD extra exclusivo de Rough Trade junto con “Look To The East, Look To The West” (2024), su último álbum tras la pausa marcada por la pérdida de Carey Lander, las cinco canciones demo de este EP se añadieron luego en streaming, revelando una faceta más experimental de los escoceses a través del uso de sintetizadores. Incluye el sencillo “Liberty Print!”. Y, atención, podrían gustarte más que las versiones originales, especialmente “Baby Huey (Hard Times)”. Ana Dara Peña Giraldo

Aunque esté trabajando con los más grandes y en televisión, el estadounidense-ghanés Moses Sumney sigue siendo una figura en la sombra, como lo es también su voz vaporosa y andrógina, que recorre todas las tonalidades posibles en búsqueda del groove perdido. Los veinte minutos y seis temas de “Sophcore” suponen un nuevo eslabón. Se zambulle entre sintetizadores y distorsiones vocales en un entorno acuoso donde su identidad continúa en transformación. Reivindica el pasado en “Vintage”, pero se cuestiona en “I’m Better (I’m Bad)” y se interroga sobre su masculinidad como si fuera “una ameba” en “Hey Girl”. Vicenç Batalla

El escocés Calum MacRae, conocido por sus envolventes soundscapes, ofrece aquí, en la tradición del club deconstruido, cinco experimentos electrónicos de evolución irregular y sorprendente. En pistas como la cañera “Meszthread” circulan beats espasmódicos (o “telúricos”, según el compositor), ametrallamientos de voces troceadas y barridos de sintetizador alienígena. Estos últimos monopolizan el final del EP (la más progresiva “At The Bay”), glitcheando y desintegrándose poco a poco en ambientes ominosos de percusión ausente –evocando el sonido weightless, espectral subestilo del grime–. Xavier Gaillard

¿Qué hubiera pasado si, en vez de basar su último disco, “i,i” (2019), en el trabajo colaborativo, Justin Vernon lo hubiera compuesto en aquella solitaria cabaña que ya es icono de la música de este siglo por ser el refugio al que huyó de una ruptura y desde la que compuso “For Emma, Forever Ago” (2007)? Que sonaría como este EP que despliega un proceso de desnudez en el que cada canción suena más desnuda, más introspectiva, más solitaria, más desesperanzada que la anterior… Hasta que solo queda una voz rota y un drone. Y, como en los tiempos que vivimos, hasta eso se apaga. Raül de Tena

Su voz recuerda a Nina Simone y no parece la de su edad, esto ya lo sabemos. La rara autenticidad que imprimen timbres así se une esta vez a las seis piezas sin desperdicio ni grandilocuencias de “Slow Burn”. Producido por el trío de jazz canadiense BADBADNOTGOOD, la continuación de “Through And Through” (2023), segundo álbum de Baby Rose, también desconoce etiquetas. Podría hablarse de R&B progresivo pero la apertura sonora de este EP colaborativo –componen todos junto a Felix Fox-Pappas– disuelve el vulgar impulso por categorizar y solo queda perderse con ensoñaciones como “One Last Dance”. José Manuel Caturla

Formado por dos únicos cortes que rebasan los doce minutos, realmente este nuevo trabajo funciona en forma de mix, con sus dos caras en lugar de unas composiciones totalmente diferenciadas. Y cada una de las caras está a su vez dividida en fragmentos, hilados en algunos momentos de aquella manera pero manteniendo siempre hilos conductores en forma de melodías vocales, breaks, algún riff o líneas de sinte, capturando ese enfoque entre urbano y distópico tan característico de Burial. El conjunto invita a un trance por agotamiento más que por reflexión, y sigue desenvolviéndose en una fantasía de sintetizadores que no deja de fingir una infinita huida hacia delante. Diego Rubio

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Tras publicar dos álbumes el año pasado (“Tracey Denim” y “The Twits”), entregan un EP cuyo título y portada juegan deliberadamente a hacernos pensar que se trata de una continuación, tres bonus tracks que completan el largo anterior. Sí y no. Si el tema compartido con “The Twits” mantiene ese tono opiáceo, misterioso e inquietante que enlaza más de lo que creemos el estilo del trío londinense con el de sus mentores Dean Blunt e Inga Copeland, el segundo tema, “Sarcoustica”, profundiza aún más en esa línea. En 11 minutos y 41 segundos se agota este “The Tw*ts”, pero te puede dejar pensando por toda la eternidad. David Saavedra

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Siempre afiliado a la extrañeza y envuelto en un aura ciertamente siniestra en cualquiera de sus diferentes etapas, ninguna de sus señas de identidad se diluyen demasiado en “Deceltica”, pero del mismo modo podemos afirmar que estas dos producciones –y media– representan un luminismo renovado y reflejan una faceta más corpórea, más rítmica, más bailable y más enfocada al club contemporáneo que cualquier cosa que haya producido el galés. Haga lo que haga, e incluso como curator, Koreless parece decidido a alcanzar la precisión quirúrgica de un Pangaea. Diego Rubio

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El colombiano es ahora mismo el mejor productor del mundo, y quien haya pasado por cualquier sesión suya en 2024 lo sabe. Nadie convoca como él la idea de un club del futuro, entre el apocalipsis cyberpunk, el transhumanismo mutante, la sacra profanidad del fuego físico, la urgencia de la pista de baile. Este EP simplemente lo fija en un soporte: quién imaginó que el fiestón de su vida sucedería entre amenazante bass music, dubstep perturbador, riots techno, fugas abstractas, destructivos haces láser, disonantes síncopas latinas y una abrasiva IDM. El rey baila con el villano en esta danse macabre. Diego Rubio

Tímida, sí, pero también tremendamente sassy, Shygirl se abandona al hedonismo de una madrugada sudorosa cuando buena parte del pop masivo lleva años escorado hacia la música de baile. “Club Shy” deja claro que ella sabe, quiere y puede hacerlo mejor: dentro de esta discoteca iluminada con destellos de fucsia y naranja rebotan ritmos machacones marcados por la nostalgia Y2K a cargo de Kingdom, Boys Noize, SG Lewis y Sega Bodega, entre otros. Su martilleo incesante eleva la osadía de Shygirl, cada vez más cerca de convertirse en la (anti)diva de salón de uñas y puesto de comida basura a altas horas que lleva dentro. Juan Monge

Hay algo bastante diferencial en un trabajo que, conceptualmente, destaca como una entidad creativa propia. El propio Jeff Tweedy ha declarado que el disco contiene “un tipo de sentimiento como de verano tras la oscuridad”, y es una buena definición. Es inevitable que lo primero que se nos venga a la cabeza sean los ecos de “Summerteeth” (1999), el magno tercer álbum del grupo de Chicago, pero lo cierto es que, esta media docena de temas encapsula en menos de 18 minutos muchas de las facetas que Wilco han mostrado en su trayectoria. El EP concebido por la banda estadounidense para el verano de 2024 se puede entender, en cierto modo, como una sinfonía en seis movimientos perfectamente puntuados. David Saavedra

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Mark Clifford y Sarah Peacock siempre han sido maestros en el arte de hacer confluir los espacios que determinan la ortodoxia post-rock, además de demostrar una necesidad inherente por subrayar un objetivo central: alcanzar el minimalismo surgido de las fuerzas etéreas del ambient dub. “Everything Squared” es un regreso triunfante para Seefeel, con media docena de canciones en 26 minutos en las que han sabido concentrar de forma portentosa todas las virtudes por las que han sido siempre reverenciados como un grupo de culto. Cortes como “Sky Hooks” definen su obsesión por articular estructuras rítmicas que hacen de las técnicas glitch un contradictorio trabajo de limpieza instrumental. Marcos Gendre

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“Achtung!” abre con un misterioso y atmosférico medio tiempo oscuro, en el que King Krule asegura insistente que no hay vuelta atrás, haga lo que haga su contraparte. La densa y rasposa guitarra de “Time For Slurp” traslada, amenazante, a modo de mantra, una disculpa por su mala comunicación. La quietud llega con “Whaleshark”, un difuminado y borroso acercamiento a la bossa nova, no solo por la percusión con las claves, sino también por el saxofón de Ignacio Salvadores, que invoca al de Stan Getz en su calidez. Suficiente para comprobar que el talento, la personalidad y la hondura del británico siguen intactas y ajenas a las modas y al tiempo que a cada uno le cueste entrar en su música. Pepe Nave

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Marcus Brown ratifica en este EP que existen pocos proyectos como el suyo. Canciones que aletean a ritmo de synthpop ochentero, con cadencias melódicas a lo Steve Lacy (“Hell Of A Ride”), sintetizadores atemperando la fiebre pop (“Hand On Me”), shoegaze teatral representado a modo de balada sintética (“Poisoned-Soaked”), dream pop marca Beach House mutando al groove del Miami bass (“Had Ya Called”) y croon con guitarra blues en “Romance In Me”. Todo atravesado por una hipnótica visión propia del R&B, nostálgica y futurista a la vez, con la que evocar tanto los males del capitalismo como sus dolores emocionales. Más optimista que fatalista en el sonido, porque el colapso (global e individual) también puede ser catártico. Anton Casas

El viaje arranca de forma impactante con “Mood Swings”, tech-house oscuro sobre cambios de humor, altos y bajos, pero también, o sobre todo, el horizonte de una vida vivida al ritmo que uno quiere. Justo después, en “Fever”, se atreve a rapear en portugués sobre un baile funk intrincado e hipnótico. Por desgracia, el corte no llega al minuto y medio; uno se pregunta, como con la más hip hop “Power”, qué habría pasado con estas miniaturas de haberlas dejado crecer.

Algo más se extiende la imparable “Torch”, himno de autoafirmación (“If you know me, know I can bar for days / Nothin’ left to prove ‘cause I done enough, done enough”) a caballo entre drill y Jersey club. E incluso más, llegando a los tres minutos, el momento amapiano de “SOS” (con aparente guiño al “Milkshake” de Kelis en la parte vocal) o la magnífica “Far Away”, en la que Simz canta más y mejor que nunca sobre pianos nublados y florituras de viento metal. Además de, quizá, la mejor rapera viva, Simbi es una chanteuse con infinitas posibilidades.

Ahora falta saber si “Drop 7” es un paréntesis o un teaser. Este cronista sueña con el prospecto del “RENAISSANCE” (Beyoncé, 2022) de Little Simz, su particular oda total a los poderes curativos del club. Juan Manuel Freire

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