Matt Johnson reingresa de pleno en el ruedo del pop con un nuevo álbum de canciones que ha titulado “Ensoulment”. Desde el anterior, “NakedSelf” (2000), ha habido un hilo de actividad intermitente en forma de recopilatorios con algún tema nuevo –“45 RPM. The Singles Of The The” (2002)–, sencillos esporádicos –“Mrs. Mac” (2007), “We Can’t Stop What’s Coming” (2017), “I Want 2 B U” (2020), “$1 One Vote!” (2023)–, proyectos híbridos –“Radio Cinéola Trilogy” (2017)–, álbumes raros –“See Without Being Seen” (2019), aperitivo de álbumes de archivo históricos teóricamente en cocina como “Spirits”, “The Pornography Of Despair” o “Gunsluts”–, bootlegs oficiales –en su mayor parte directos a partir de los años noventa y recuperaciones algo más interesantes como las piezas cantadas por Johnson en The Gadgets– y bandas sonoras para las películas dirigidas por su hermano Gerard Johnson –“Tony” (2010), “Moonbug” (2011), “Hyena” (2015), “Muscle” (2020)–, el único que le queda tras el fallecimiento de Eugene (1989) y Andy “Dog” (2016), responsable este último de casi todas las portadas de The The. Por completar el resumen flash, The The hizo una primera gira de reactivación en 2018 plasmada en el álbum/DVD “The Comeback Special. Live At The Royal Albert Hall” (2021).
“Some Days I Drink My Coffee By The Grave Of William Blake” es el tercer adelanto del nuevo disco, al que también pertenecen, por orden de publicación, “Cognitive Dissident” (2024) y “Linoleum Smooth To The Stockinged Foot” (2024). Publicados en nostálgico formato físico de edición limitada, todos parecen conscientemente dirigidos al seguidor más cafetero de The The, anticomerciales hasta el tuétano como lo son por sus temáticas adultas y títulos interminables. Pero es el nuevo sencillo -en los setlists acabarán llamándolo “William Blake”– el que mejor combina los ingredientes clásicos del proyecto, léase disidencia activa revestida de lirismo, para lo cual la figura del poeta, pintor e impresor romántico avant la lettre le viene como anillo al dedo a The The, como antes lo hizo Blake para artistas como The Doors, David Axelrod, Tangerine Dream, Television, Fad Gadget o Coil. En los alrededores de Bunhill Fields de Islington, en pleno centro de Londres, donde se encuentran los restos del artista –pobre de solemnidad, fue enterrado en una fosa común–, Johnson vivió una temporada en los años ochenta encontrando ya la inspiración para componer “This Is The Day”.
Blake le puso el título de “London” a un poema de su famosa colección “Cantos de experiencia” (1794) y es en este segundo estrato de significado donde se encuentra la ahora irreconocible ciudad de la infancia y juventud de Johnson, además de Cinéola, su estudio de grabación. La pérfida Albión protagonizó en el pasado otras piezas potentes de The The como “Perfect”, “Heartland”, “The Beat(en) Generation”, “Helpline Operator”, “Pillar Box Red” o la poderosa “Flesh & Bones”, del recopilatorio “If You Can’t Please Yourself, Your Can’t Please Your Soul” (1985), pero, musicalmente hablando, “William Blake” se inscribe en el The The más acústico con el formato de banda que quedó configurado tras “Mind Bomb” (1989) –aunque Johnny Marr no ha participado esta vez–. Por otro lado, el polémico autor se muestra ahora lógicamente apaciguado en términos de adrenalina, pero igualmente combativo, definitivamente más paranoico que escéptico con el poder, y pronto la añoranza que siente junto a la tumba del poeta disidente –no hay duda de que el café le gusta muy cargado– se torna en ácida invectiva contra los dirigentes de una tierra “avariciosa” que “disimula su propia libertad”, dominada por “agentes de la malicia, provocadores disfrazados que usan fragmentos de verdad para vender mentiras, militarizan el vocabulario, atomizan a la población, criminalizan la información y atan la lengua del oponente”. Grano siciliano.
Confiesa Johnson en ‘The Guardian’ que en algún momento quiso presentarse como concejal, pero todos sabemos que, desde ese momento, la verdad suele salir despedida por la ventana de Overton, últimamente tan de moda, y, zapatero a sus zapatos, el cantante prefirió retomar su vieja cruzada musical, en mi opinión de fundamentos más éticos que ideológicos, suavizándola con bellas imágenes líricas –el resto de la letra de “William Blake”– para transmitir tanta desazón como esperanza. Blake también combatió los dualismos en sus poemas, pero Johnson lo hace en el contexto de una canción popular, deslizándose como un martillo en la conciencia de aquel que quiera escuchar. “Di la verdad y hazla rimar”, decía Lennon. Pero lo importante no es que tenga razón, sino su invitación al pensamiento crítico, como diría la filósofa Adela Cortina, sobre la base de una “ética mínima” y, por supuesto, a gozar de una balada admirablemente construida sobre una melodía bien identificable en el canon del The The más brillante.
Producida por Johnson y Warne Livesey –artífice junto a su empleador del sonido de “Infected” (1986)–, viene acompañada por “Frozen Clouds”, una pieza instrumental escrita para la banda sonora de “Odyssey”, la nueva película del hermano cineasta de Johnson, y por un nuevo clip de bajo presupuesto a cargo del también incombustible Tim Pope. ∎