Una de las vías más rápidas de conexión de una banda de pop con un fan potencial es la voz de la (o del) cantante. Si, por lo que sea, el timbre o el tono de la voz, o el estilo de canto, nos produce rechazo –cada lector tendrá su propia galería del horror–, ya pueden sonar los músicos como los ángeles que, prácticamente, no hay nada que hacer. Todo esto viene a cuento, porque es imposible imaginar que algo así pueda suceder con Ava Trilling, cantante de Forth Wanderers.
En “Bluff” –el tercer avance de su próximo álbum “The Longer This Goes On” tras “To Know Me/To Love Me” y “7 Months”; el disco se publicará el 18 de julio– unas notas de bajo y un cálido órgano generan un ambiente íntimo, pero es entrar la voz de Ava a los 18 segundos y prenderse la magia. Tiene un color precioso y una mezcla de ternura y vulnerabilidad para cantar sobre su inseguridad intrínseca: preferiría irse que mostrarnos sus cartas, viene a decir, en un medio tiempo cuya tensión hace crecer la ráfaga eléctrica del guitarra Ben Guterl sin terminar de hacerla explotar.
Lo de insinuar su fragilidad interior y la advertencia de desaparecer tiene su miga. Porque con un disco autoeditado, “Tough Love” (2014), y su flamante debut en Sub Pop, “Forth Wanderers” (2018), muy bien recibido por la crítica norteamericana, todo parecía un camino de rosas para la banda de Nueva Jersey. Y más con una larga gira por empezar, que incluía la invitación de Jack Antonoff para tocar en el Shadow Of The City Festival y la de Jay-Z para su Made In America Festival. Ante esa meteórica perspectiva, Ava Trilling se rompió. Cancelaron la gira y dejaron la banda en el alambre. Hasta este año. Se le diagnosticó de desorden de pánico, agorafobia y desorden obsesivo-compulsivo. En este punto, siete años después, no sabemos lo que deparará su carrera, pero al menos han conseguido grabar un nuevo álbum y, por la belleza de canciones como esta, pinta muy bien. Lo contrario de un bluff. ∎