Como suele ocurrir en este tipo de álbumes vagamente “conceptuales” –o directamente abstractos–, no es sencillo decidirse por uno de sus cortes, pero puede que “Movement 1” sea la elección más acertada por simbolizar la puerta de acceso al mundo delicado y proteico de
“Promises”. ¿Qué estamos escuchando exactamente? Es uno de los retos que plantea este álbum ideado por un tipo como Sam Shepherd aka
Floating Points, doctor universitario en neurociencia y epigenética. Es tentador visualizar un entramado neuronal de axones, dendritas, glías y sinapsis, ramificaciones texturizadas y producidas en un estudio de grabación entendido como santuario orgánico por unos músicos dispuestos a replicar de forma fantástica –de fantasía, ilusión o apathes– el misterio epigenético de los seres vivos.
“Movement 1” parte del arpegio melódico distintivo de “Promises”, accionado por Shepherd con sus teclados astrales, al que siguen las armonías íntimas de
Pharoah Sanders (1940-2022) y las cuerdas cinematográficas de
The London Symphony Orchestra justo antes de abrirse a “Movement 2”. El misticismo se intensifica con el efecto contrapuntístico de unas melodías que parecen crearse con cada respiración, la de Sanders, proponiendo un proceso de descubrimiento sutil que parece no agotarse ni en cien escuchas. Si este es el secreto del gran arte, entonces “Promises” puede ser, sí, la tierra prometida. ∎