La Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible, MONDIACULT 2025, organizada por la UNESCO junto al Ministerio de Cultura de España, ha reunido en Barcelona a ministros y ministras de Cultura de 163 países distintos, a más de 2500 participantes y representación de la sociedad civil, artistas y expertos, convirtiéndose en el referente de la política cultural mundial.
La conferencia se cerró con un documento de conclusiones finales que redefine el papel de la cultura como derecho humano y como un objetivo primordial e independiente para la agenda global pos-2030. Ernest Urtasun, ministro de Cultura, lo dijo de manera clara: “Llevaremos la voz de la cultura allí donde se decidan los futuros de la humanidad, porque no habrá transición ecológica justa, ni paz duradera, ni democracia sólida sin una dimensión cultural que las sostenga”.
El documento aprobado toca de lleno al sector musical, ya que reconoce la necesidad de garantizar trabajo decente para artistas, creadores y trabajadores culturales: salarios justos, protección social y movilidad internacional que permita situar el debate a un nivel de dignidad humana. La música deja de considerarse solo entretenimiento o industria para reconocerse como parte de una economía cultural que, como señala la declaración, es “motor fundamental de desarrollo económico sostenible e inclusivo”.
La académica británica Helen Hester, presente en la conferencia, lo expresó desde una perspectiva feminista: “Mi propia entrada al feminismo fue a través del movimiento riot grrrl. Absorbí la política a través de la música, y no solo me hizo sentir parte de algo, sino que cambió radicalmente mi forma de pensar. La música puede hacer cosas increíbles, aunque no es inherentemente liberadora: como toda tecnología, depende del uso que se le dé”. Esta declaración señala de manera clara que la música tiene el poder de emancipación y de inclusión, pero también el riesgo de reproducir desigualdades si no se crean marcos legales adecuados.
La gran novedad de esta edición fue la presentación del primer informe global de la UNESCO sobre políticas culturales, que puede ser una brújula para la música. Este informe ofrece por primera vez datos comparables sobre inversión pública, acceso, patrimonio, industrias creativas y regulación. Para la música, supone una oportunidad histórica: contar con un mapa de datos sólido que permita exigir políticas más ambiciosas de financiación pública, regulación de plataformas de streaming, propiedad intelectual en el entorno digital y movilidad internacional.
El informe refuerza la idea de que la música no es un lujo, sino un derecho que debe ser medido, protegido y sostenido con políticas estructurales. Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, destacó la importancia del multilateralismo cultural afirmando que “la cultura es el único lenguaje capaz de tejer vínculos, incluso entre quienes no están de acuerdo”.
Durante la primera jornada, los discursos resaltaron la cultura como unión entre comunidades y motor de resiliencia frente a conflictos y precariedad. El ministro Urtasun destacó que mantiene viva la memoria y fortalece la identidad. La participación de Palestina subrayó que la cultura también resiste, transforma y promueve justicia y cooperación internacional. En paralelo, el ministro de Cultura y el embajador de Palestina en España, Husni Abdel Wahed, anunciaron que España aportará 200.000 euros al fondo de la UNESCO para la reconstrucción de Gaza. Es la primera contribución española a este fondo, que apoyará a estudiantes, patrimonio y periodistas en el territorio.
La transformación digital fue uno de los grandes temas de MONDIACULT 2025. En este ámbito se discutió sobre acceso equitativo, brechas tecnológicas y gobernanza ética de la IA. En el terreno musical, la cuestión es urgente: el streaming ha transformado la forma en que consumimos, producimos y descubrimos música, pero también concentra el poder en pocas manos. Helen Hester fue una de las voces más insistentes en este punto. “La música es la tecnología afectiva más potente que tenemos, capaz de generar comunidades y movilizar emociones políticas. Pero la cultura que queremos se ahoga bajo la marea de basura algorítmica y contenidos generados por IA en plataformas musicales”.
Su advertencia sobre el “colapso del descubrimiento” señala un riesgo claro: el de que el uso de los algoritmos prioricen la rentabilidad frente a la diversidad cultural, empobreciendo la experiencia musical y limitando las posibilidades de encuentro con nuevos sonidos y experiencias. “Muestran que la IA puede convertirse en una herramienta colaborativa y emancipadora si se orienta desde los comunes y no desde los intereses corporativos. La pregunta es siempre la misma: ¿quién hace el trabajo y quién se beneficia?”, cuestiona Hester. La reflexión conecta con la de artistas contemporáneos como Holly Herndon y Mat Dryhurst, a quienes la filósofa citó como ejemplos de un uso emancipador de la tecnología: cultura, paz y cambio climático, la música como resistencia.
En la sección “Voces para la Cultura”, organizado por su Fundación, Primavera Sound presentó su enfoque sobre cómo la industria musical puede avanzar hacia la diversidad, la igualdad de género y la sostenibilidad. Se remarcó la importancia de generar espacios inclusivos y equitativos para artistas y profesionales, así como de organizar eventos de manera responsable con el medio ambiente. Y se destacó también la importancia de colaborar con colectivos culturales para reforzar un ecosistema musical justo, diverso y consciente. La música tiene un poder transformador, y apostar por la inclusión y la sostenibilidad es posible y necesario.
Primavera Sound lleva años trabajando en ello. De hecho, en 2025, Primavera Sound, Primavera Pro y la Primavera Sound Foundation recibieron el reconocimiento oficial de la UNESCO como eventos preparatorios de MONDIACULT 2025. Este reconocimiento sitúa a Barcelona y a su ecosistema musical en el mapa de la cooperación cultural internacional.
En MONDIACULT también se habló de las situaciones de crisis actuales y se le dio el poder a la cultura como herramienta de paz y como recurso para la lucha contra el cambio climático. El papel del saber de los indígenas en la lucha climática y la pelea por reforzar la restitución de bienes culturales también tuvo cabida. En este marco, se inauguró el primer museo virtual de bienes culturales robados, una plataforma digital que permite explorar más de 250 objetos culturales de 56 países mediante modelos 3D interactivos, destacando la importancia de la restitución y preservación del patrimonio cultural.
El foro juvenil MondiaYouth, que reunió a casi 50 representantes de más de 40 países, expresó en su declaración que “La cultura es uno de los mayores pilares de la humanidad. Replanteemos la educación para empoderar a la juventud como conectores culturales”. Un mensaje que conecta con la necesidad de escuchar a las nuevas generaciones no solo como audiencia, sino como actores que tienen que intervenir en la formulación de políticas públicas y en la orientación del poder político.
Y en la semana previa, en los actos de Àgora Cívica se presentó una declaración ciudadana que refuerza la propuesta de incluir la cultura como pilar esencial de la agenda global pos-2030, complementando la declaración intergubernamental de MONDIACULT 2025.
¿Qué cabe esperar, por tanto, después de MONDISACULT 2025? La cultura, y por lo tanto la música, podría entrar de manera oficial en la próxima agenda de Naciones Unidas como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible pos-2030. Y deseamos que sea así, porque implicaría más inversión pública en cultura, marcos legales para el entorno digital y para proteger a creadores, apoyo a la movilidad internacional y mayor presencia de la música en la educación. Pero para que las declaraciones no se queden en el aire será necesario establecer presupuestos, regulaciones y cooperación internacional. Para la música independiente y la que apuesta por la diversidad, esto supone un reconocimiento global, un impulso para políticas estructurales y una oportunidad histórica para consolidar derechos, protección social y sostenibilidad creativa. Significa más visibilidad, protección y oportunidades de colaboración internacional.
Ernest Urtasun finalizó su discurso afirmando que “en un mundo herido, la cultura puede ser ese lenguaje común que no necesita traducción. Donde fallan las palabras, la cultura habla; donde se levantan muros, la cultura los atraviesa. Porque la cultura es el lenguaje de nuestras naciones pero también el lenguaje universal sobre el que dialogamos”.
Si la cultura puede atravesar muros y curar heridas, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar como sociedad para ponerla realmente en el centro del desarrollo global? ∎