A finales de agosto, Cardi B asistía a tres sesiones de un juicio que incluso fue retransmitido en directo por un canal de YouTube llamado Court TV. A la artista se la acusaba de agredir a Emani Ellis, la guardia de seguridad del consultorio de ginecología de Beverly Hills al que asistió en febrero de 2018 durante el embarazo de su primer hijo con Offset. En 2020, Ellis demandó a Cardi B alegando agresiones, lesiones y provocación intencional que le causaron estrés y angustia emocional. Según el relato de la demandante, la demandada le amenazó e insultó basándose en su aspecto físico, además de escupirle, darle un puñetazo y arañarle la mejilla con una de sus (míticas y legendarias) uñacas. A cambio del mal trago, la guardia pide 20 millones de euros de nada.
¿Y qué tiene que decir Cardi B al respecto? Pues lo que ha alegado en el juicio, que “fue una pelea verbal que no llegó a ser física en absoluto. Nos gritamos literalmente la una a la otra. No habría intentado pelearme con una guardia de seguridad que era mucho más corpulenta que yo”. Lo que ocurre es que declaraciones como esta se han visto acompañadas de todo un show performático con un nivel cómico más tronchante que el 99% de las sitcoms que se emiten a día de hoy. Un rollito que le viene de perlas a la artista, que el próximo 19 de septiembre publica un disco convenientemente titulado “AM I THE DRAMA?” para el que está a puntito de anunciar la pertinente gira.
Sea como sea, el juicio ha encandilado a unas redes sociales que saben perfectamente que Cardi B siempre ha sido hilarante y que, justo cuando pensábamos que Trump se moría, ya la estaban reclamando como próxima presidenta de los Estados Unidos. Por el momento, los pantallazos del proceso judicial han arrojado tal variedad de expresiones faciales y corporales icónicas que yo mismo he empezado a utilizarlas en WhatsApp para expresar mi disgusto al ver a parejas haciéndose carantoñas en el gym o para decirles a mis amigos “¿estás seguro de eso, estúpida?” sin necesidad de usar palabra alguna.
No es de extrañar, entonces, que Cardi B se haya convertido en lo único que nos mantiene cuerdos ahora mismo, justo en este momento abominable en el que todos estamos asumiendo que se acabaron las vacaciones y los stories en playas y las noches con amigos, y que tenemos que volver a la pobreza y el trabajo y la charla intrascendente al lado de la máquina de café de la oficina. Ante ese panorama, ¿cómo no vamos a obsesionarnos con lo absurdo del fiscal preguntándole a la artista que cómo puede ser que ayer apareciera en el juzgado con el pelo moreno pero que hoy luzca un pletórico melenón rubio? En total fueron tres maravillosos pelucones los que lució una Cardi B que, para el último día, se guardó en la manga un homenaje vulcaniano.
¿Cómo no vamos a obsesionarnos también con el momentazo del juicio en el que se debatió en torno a la corpulencia de Emani Ellis, a la que Cardi B definió como “security heavy”, signifique eso lo que signifique (aunque todos sabemos lo que significa)? Porque, cuando el fiscal preguntó qué le hacía pensar a la cantante que Ellis era más corpulenta que ella, esta respondió con un gesto ya icónico en el que se señaló los ojos y, a continuación, extendió las manos hacia la guardia de seguridad. Un “no es que yo esté criticando por criticar, es que es tan evidente que salta la vista” que las redes ya se han apropiado en forma de meme.
Y, cuando creíamos que la cosa no podía ir a mejor, el mismo fiscal lanzó la gran pregunta a bocajarro: “¿Estaba usted llamando gorda a mi cliente?”. A lo que Cardi B respondió: “No, la estaba llamando puta”. Normal que este momento se haya convertido en nuestro nuevo Imperio Romano.
En paralelo al juicio de Cardi B, Snoop Dogg también era noticia por unas declaraciones particularmente problemáticas. Al parecer, al rapero le pareció una idea fetén declarar públicamente que la película “Lightyear” le había puesto en un difícil entuerto cuando su nieto empezó a hacerle preguntas después de ver a una pareja de dos mujeres con un hijo en el filme de Pixar. “Ella tiene un hijo con otra mujer. Papa Snoop, ¿cómo pudo tener un hijo con otra mujer? Es una mujer”, explica que le dijo su nieto. A lo que añade: “Oh, mierda. Yo no vine al cine para esta mierda. Solo vine a ver una jodida película. Eso me puteó. Ahora tengo miedo de ir al cine. Me estáis arrojando en medio de una mierda para la que no tengo respuestas. Son niños. ¿Es necesario que les enseñemos estas cosas a su edad? Van a hacer preguntas. No tengo las respuestas”.
Un minuto de silencio por la muerte / cancelación de Snoop Dogg.
(…)
Una muerte / cancelación más que merecida porque, joder, Papa Snoop, cariña, seguro que puedes explicar a tu nieto que un matrimonio heterosexual tiene un hijo adoptado, ¿verdad? ¿A que no es complicado? Entonces, ¿por qué te parece tan complejo explicarle que dos mujeres también pueden adoptar (sin necesidad de entrar en el amplísimo abanico de posibilidades a su disposición para tener un hijo)? ¿No será más bien que lo que te parece difícil de explicar es que existen otras opciones de familia más allá de la del heteropatriarcado pollavieja que representas?
Obviamente, no solo las redes se le tiraron encima a Papa Snoop, sino que incluso los responsables de “Lightyear” tuvieron que responder a las gilipolleces que estaba diciendo el rapero. Gilipolleces que intentó rectificar días después declarando que “todos mis amigos gays saben lo que pasa y me han estado llamando con todo su amor. Mi error por no saber cómo responder a un niño de 6 años. Enseñadme a aprender. No soy perfecto”. Una disculpa tan de mierda como sus declaraciones anteriores y cuya poca sinceridad no ha engañado a absolutamente nadie.
Por el contrario, lo que han hecho las redes es crear un trend que, bajo las palabras “Scare Snoop Dogg. Post a gay” (“Asusta a Snoop Dog. Postea a un gay”), se ha dedicado a dar visibilidad a parejas LGTBIQ+ tan queridas como Brittany y Santana de “Glee” o las protagonistas de “Utena”. También a artistas queer tan adorados como Chappell Roan o Elton John. Por no mencionar a uno que nunca se ha declarado gay pero que todos deseamos que lo sea.
Madredelamorhermoso, nunca en mi vida habría pensado que acabaría escribiendo sobre salseo futbolístico… Pero aquí me hallo, sorprendido y anonadado, para explicar algo que supongo que es basiquísimo pero que yo desconocía hasta que busqué en Google “¿de qué va la nueva canción de Sergio Ramos?” (versión resumida de una búsqueda que más bien tendría que haber sido “me he despertado esta mañana y todo el mundo habla de la canción de un tal Sergio Ramos que creo que es futbolista pero ni idea, y dicen que se ha marcado un Shakira pero el ex de Shakira era Piqué, ¿no? No entiendo nada, tía, Google, ayúdame, explícame de qué va todo esto porque los heteros siempre lo complican todo demasiado y a mí ya no me quedan fuerzas para intentar entender sus dramas”).
Pues, total, así en resumidas cuentas, resulta que en el año 2021 hubo una movida con el contrato de Ramos en su club de toda la vida, un tal Real Madrid. Tras muchos dimes y diretes y (presuntas) puñaladas traperas como dejar que el futbolista aceptara el contrato para acto seguido decirle “ahora es tarde, señora” a lo Rocío Jurado (lo siento, tengo que llevar el aburrimiento de estos acontecimientos hacia mi terreno de alguna forma), el jugador se fue a otro equipo (otro tal Paris Saint-Germain, que supongo yo que será francés)… Y, ahora, 500 años después, va el tío y nos martiriza lanzando un reguetón baratuno titulado “Cibeles” en el que practica el revenge-pop que ya formalizara Shakira en su momento.
Pero, claro, ¿tú recuerdas a todos los bros diciendo “Shakira, tía, supéralo” cuando le dedicó una canción al ex que la había dejado por otra más joven? Pues son los mismos bros a los que le parece fetén que, mil años después, Sergio Ramos le dedique esta “Cibeles” a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid al que van dirigidos versos brillantes como “Hay cosas que no te dije / Que todavía me duelen / Yo nunca quise irme / Tú me pediste que vuele” o “Te puse corona, tú me pusiste alas / No sabía que eran solo para que me alejara / Y te miro ahora, sigues igual de bella / Que nadie es imprescindible, la vida te enseña / Un partido dura 90, y te di 93 más de la cuenta / Nunca me cansé de intentar, esta historia fue una leyenda / Yo prefiero morir de pie, que vivir arrodillao / Daré el corazón aunque me lo devuelvan dañao”. Poesía.
Eso sí, no voy a entrar a chotearme frase por frase de todo este sinsentido porque, si no, el Haciendo Scroll no se acaba esta semana. Dejo esta labor en manos de unas redes sociales que se han apresurado a la hora de festejar que “Sergio Ramos está a un Currupipi de ser Jesulín de Ubrique”. Porque mientras unos piden dueto con Leticia Sabater o reclaman la presencia del futbolista en Eurovision, la mayoría está de acuerdo en que “A Sergio Ramos no lo quiere ni el autotune”. Aunque también hay quien apunta que al futbolista no se le perdonan faltas pasadas como aquella vez que felicitó a la selección femenina de waterpolo 24 días después de una victoria porque resulta que se había tragado la repetición televisiva de la final.