Tim Hodkingson, Annemarie Roelofs, Chris Cutler y Fred Frith; los Henry Cow ahora. Foto: Óscar García
Tim Hodkingson, Annemarie Roelofs, Chris Cutler y Fred Frith; los Henry Cow ahora. Foto: Óscar García

Concierto

Henry Now: la vanguardia de Canterbury ahora

La histórica banda británica Henry Cow, rebautizada Henry Now para que nadie se llevara a engaño y esperara un simple revival, actuó el pasado 12 de enero en L’Auditori de Barcelona. Fue un concierto breve y concentrado, lo justo para demostrar la plena actualidad de un grupo clave del rock de vanguardia que parece que nunca se fue.

La línea entre los temas escritos y las improvisaciones siempre fue difusa en la andadura de Henry Cow, la mejor de las bandas de talento experimental que surgieron de la rica escena de Canterbury, el Canterbury Sound que compaginó desde la recta final de los sesenta hasta mediados de los setenta a Soft Machine, Caravan, Gong, Lady June, Hatfield And The North, National Health, Curved Air y las aventuras en solitario o en otras bandas de Robert Wyatt, Kevin Ayers y Daevid Allen. Como mejor prueba, el largo tema “Oslo” incluido en una de las cuatro caras del doble vinilo “Concerts” (1974). Henry Cow siempre fue “la línea dura” de aquella escena angulosa, de influencia tan jazzística como psicodélica, que era capaz de construir canciones patafísicas y melodías de pop juguetón alejadas de los conceptos de art rock o rock progresivo que se estilaban en otras partes de Gran Bretaña siendo más avanzados que aquellos. Henry Cow ni hizo patafísica, ni pop, ni art rock, ni prog rock ni nada que se le pareciera. Coherentes como pocos, no han vuelto ahora, cuatro décadas y media después de su disolución, para desempolvar viejos temas, reverdecer laureles y vivir del cuento arty. En su regreso el año pasado no se celebraba la onomástica de su creación o la de la aparición de cualquiera de sus discos editados por Virgin Records cuando aquello era un sello y no una multinacional. Han vuelto porque han querido y además con un nombre nuevo que disipa cualquier tentación de tocar lo de antes para plateas que esperan reconocerse en la nostalgia de un tiempo pretérito. Ahora se llaman Henry Now y no Henry Cow, y con el solo cambio de una de las letras del nombre advierten que es una banda nueva que surge de la antigua para seguir trazando su viaje vanguardista, personal e intransferible.

Y así lo demostraron en el concierto celebrado el viernes 12 de enero en la pequeña sala Tete Montoliu de L’Auditori barcelonés. Una hora de actuación y un solo tema, una suerte de suite con repeticiones, modificaciones, crescendos cortados en bruto, rugidos analógicos, espasmos sónicos, alteraciones, silencios, mutaciones blues, rasgueos medidamente rockeros, herencia free jazz y un entendimiento fuera de lo común: los cuatro músicos no necesitaron ni un momento mirarse entre ellos para reconocerse los unos en los otros y evolucionar en su poco geométrica pero armónica composición-improvisación. Volvieron a escena para interpretar dos piezas muy breves, demostración de su polivalencia: se manejaron tan bien en el formato largo como en el corto, transmitiendo las mismas sensaciones en sesenta minutos que en apenas tres.

Los sonidos ingrávidos de Fred Frith. Foto: Óscar García
Los sonidos ingrávidos de Fred Frith. Foto: Óscar García

En los conciertos celebrados en el pasado otoño, Henry Now estaba formado por el cuarteto base de Henry Cow. Es decir, Fred Frith (guitarra), Tim Hodkingson (teclados, saxos, clarinete y su peculiar lap steel tocado con arco), Chris Cutler (batería) y John Greaves (bajo); Lindsay Cooper, que se encargó de los otros instrumentos de viento a partir del segundo disco, reemplazando al saxofonista Geoff Leigh, falleció en 2013. Y comenzaron esas actuaciones con un guiño al pasado, aunque no era un tema propio sino “God Song”, de Robert Wyatt. No hubo ese recuerdo en L’Auditori, ni estuvo Greaves sobre el escenario, sustituido por Annemarie Roelofs (trombón, violín, voces), quien ya colaboró en el que sería el último disco del grupo, “Western Culture” (1979).

Aunque quizá lo esperáramos, estuvo bien que no hubiera ninguna de esas concesiones al pasado. Nada de la trilogía con las portadas de calcetines, “The Henry Cow Legend” (1973), “Unrest” (1974) e “In Praise Of Learning” (1975; este a nombre de Henry Cow y Slapp Happy, la banda amiga de Anthony Moore, Peter Blegvad y Dagmar Krause). Ni de Art Beats, la fusión definitiva de Slapp Happy y Henry Cow. Ni rastro de “Nirvana For Mice”, tema del primer disco de los Cow, o “War”, del tercero, dos de sus composiciones más conocidas, la segunda de ellas versionada por The Fall en un acto de reivindicación total. Henry Now suenan en 2024 como en 1973 a la vez que resultan totalmente contemporáneos, lo que demuestra el carácter visionario de su propuesta hace medio siglo: las manipulaciones del lap steel, los fraseos cortos del trombón, la ingravidez de esa guitarra eléctrica a la que Frith sigue sacando año tras año nuevos sonidos. Y aunque parecieran fríos sobre el escenario, sin mirarse entre ellos ni mirar al público, tuvieron algunos de esos detalles cómicos –una mueca de guitarra eléctrica al terminar el primer bis, el sonido del plato de la batería para anunciarnos irónicamente que había concluido el segundo– que demuestran el sentido del humor que siempre tuvo aquella escena canterburyana capaz de viajar al planeta Gong, imaginar un Geoffrey Chaucer psicodélico o torturar las cuerdas de una guitarra con una sierra para extraer lamentos eléctricos. ∎

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