OK Go llevan tiempo reduciendo su impacto cultural en favor del desarrollo como marca de creadores de vídeos musicales excepcionales. El cuarteto de Chicago se ha instalado en la irrelevancia musical, pero combate esa pérdida de valor con gestas audiovisuales que buscan revivirla. Dar con esa pericia técnica o idea descabellada que los devuelva a esos logros virales que los catapultaron a la fama justo hace 20 años. Y pese a que en los últimos intentos parecían andar con la bujía creativa algo atascada, su último trabajo les podría devolver los contadores millonarios en redes sociales: en el momento de escribir estas líneas, tan solo cuatro días después de su publicación, el clip de “Love” sobrepasa los dos millones de visualizaciones en YouTube. Lejos de sus mejores marcas, eso sí.
El trabajo que desempeña la banda, su cantante Damian Kulash, junto a los directores Aaron Duffy y Miguel Espada –con la esponsorización de Meta y Ray-Ban–, resulta, como mínimo, admirable. El concepto sigue fiel al que han patentado a lo largo de dos décadas. El reto como despliegue narrativo, y antes de los tiempos de TikTok. Aquí le dan salida mediante un recorrido de una sincronización desafiante en la que intervienen elementos y encajes técnicos al filo de lo imposible. El desafío técnico, las habilidades humanas, el control riguroso y la gesta colectiva lanzados como un órdago al embotellamiento, la inmediatez y la ausencia de esfuerzo y control de la IA. Para “Love” recurren a la robótica, a las últimas técnicas, a paneles ajustables y desmontables y a un buen número de espejos para articular este asombroso caleidoscopio artesanal y colorido. Y es de nuevo en esa comunión entre el behind the scenes y el efecto resultante lo que convierte sus visionados en un deleite digno de compartir. La trampa y el cartón a medio ver, sin ocultar del todo, para poner de relieve el logro técnico y logístico que conllevan sus materializaciones; vídeos donde entran en juego magnitud de factores y variables. Gestas colectivas para seguir haciendo crecer una marca cuya conexión con lo musical es puramente decorativa.
En esta ocasión, la inspiración vuelve a abrirse paso en clips que nadie más se atreve, o como mínimo, que nadie más es capaz de hacer con este nivel de ejecución e ingenio. ∎