Canción del día / Back

Prince And The Revolution

America (12” Version)1985
Psicodélicamente Prince.
Psicodélicamente Prince.

En un podio ideal de los tres grandes álbumes de funk psicodélico de la historia competirían tres gloriosos guitarristas negros: Jimi Hendrix con “Axis: Bold As Love” (1967), Shuggie Otis con “Inspiration Information” (1974) y Prince (1958-2016) con “Around The World In A Day” (1985), ese disco que (casi) nadie se aventura a reconocer como el más increíble, deslumbrante y revolucionario de los firmados por el malogrado genio de Mineápolis, probablemente por encontrarse en el medio de otras dos obras maestras, “Purple Rain” (1984) y “Parade” (1986), a las que, sin embargo, supera en paleta cromática y en sincretismo musical.

Sly & The Family Stone emulsionaron el funk callejero con la Era de Acuario en “I Want To Take You Higher” mientras Jimi Hendrix exploraba territorios vírgenes en canciones aurales como “Little Wing” o “Castles Made Of Sand”. Prince exprimió lo que buscaban Sly y Hendrix en el repertorio de “Around The World In A Day”, en canciones únicas como “Paisley Park”, “Around The World In A Day”, “Raspberry Beret” o “America”, la única pieza del álbum firmada por toda la banda, una canción heterodoxa y adictiva, marcada por ese ritmo motorik que casi podría identificar a James Brown y a Neu!, con la guitarra serpenteante de Prince en primer plano y los sintetizadores de Lisa Coleman como una flauta sinuosa que te acordonara a ese estribillo extrañamente patriótico: “América, América, Dios derramó su gracia sobre ti. América, América, mantén libres a los niños”.

Claramente era una canción que sufría respirando en los menos de cuatro minutos que ocupaba en el álbum, que estaba pidiendo a gritos un desarrollo más ambicioso que rompiera todas las barreras y descubriera que detrás de ese mensaje aparentemente conservador se abría una sima salvaje y ajena a cualquier convencionalismo. De hecho, Prince la grabó y publicó en esta especie de jam interminable, salpimentada de solos de guitarra, estribillos cacofónicos, percusiones apocalípticas y un enjambre de sintetizadores como solo recordábamos desde el también agónico y magistral “1999”, publicado tres años antes.

“America”, en su versión definitiva, te trepana las neuronas en más de 20 minutos de adrenalina cristalizada en un émbolo que nunca se agota, y termina abruptamente solo porque la cinta que estaba grabando a los músicos se acabó, se consumió antes de explotar y explotarnos. Ahora, reeditada y remasterizada especialmente para la ocasión, celebra a lo grande los 40 años de la edición del álbum que la empujó a crecer como ese himno que empequeñeció a todos los demás himnos, el de una libertad que nada ni nadie puede reclamar como suya más que el propio Prince. ∎

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