No lo volveré a hacer” (Ernie-Altafonte, 2025) es el segundo LP de shego, un trabajo construido a través de los excesos en la letra y los defectos en el sonido. Buscando el minimalismo imperante en el rock británico, el trío conformado por Raquel Cerro (guitarra y voz), Maite Gallardo (guitarra y voz) y Charlotte Augusteijn (bajo y voz) presenta un trabajo en el que la moraleja es, en realidad, que no hay moraleja, y que el aprendizaje funciona como algo más cíclico que lineal: cuando la realidad aprieta –a través, fundamentalmente, de una ruptura emocional– se cometen los mismos errores que antaño. Así, “No lo volveré a hacer” supone un punto de inflexión en el crecimiento de la banda, una exploración honesta de los errores humanos y los patrones que inevitablemente repetimos.
El álbum ha sido coproducido por el propio trío, Asha Lorenz (vocalista de Sorry) y Raúl Pérez en Grabaciones en La Mina. El combo, aunque efectivo, es el resultado de una serie de catastróficas desdichas, en tanto que shego contactó con muchos productores extranjeros cuya respuesta –en caso de haberla– desembocaba en una negativa. Desde las baterías electrónicas, los arreglos vocales cercanos a lo urbano o la ligereza en las capas de guitarras, el disco refleja una evolución en su sonido hacia un rock más limpio y fresco, sin perder la actitud visceral y descarada que caracteriza al grupo. Así, aunque el planteamiento del trabajo parecía negro al comienzo, la falta de colaboradores procuró que shego se convirtieran en sus propias productoras, con el consiguiente aprendizaje posbatacazo: estar en el hoyo y salir de él, de nuevo, como en todas aquellas situaciones reflejadas en el disco.
Sin embargo, más que victimizarse, la formación inunda los sucesos más catastróficos de un humor amargo: en definitiva, un álbum que no teme explorar su vulnerabilidad y aceptar que, a veces, lo más humano es tropezar con la misma piedra una y otra vez. Lo van a presentar en directo este mes de febrero en Castellón (22). En marzo pasarán por Valencia (7), Toledo (15) y el festival Bee Week de Madrid (28). A lo largo del mes de abril actuarán en Córdoba (4), Granada (5), Santiago de Compostela (11), Valladolid (12), Salamanca (25) y León (26). Y en mayo, turno para el festival Warm Up de Murcia (que se celebrará los días 2 y 3), Almería (9), Málaga (10), el festival Interestelar de Sevilla (16), Bilbao (23) y San Sebastián (24).
La primera pregunta es la más obvia, ¿qué es lo que no vais a volver a hacer y por qué?
Charlotte: Creo que el disco trata de equivocarse y aceptarlo. De pasarlo mal con una persona y, después, volverlo a pasar mal con otra persona, y con otra… Que no te dé miedo el amor. Por eso esa frase se repite en “Mantra” un montón de veces.
Raquel: “Mantra” resume el disco. Hay tantas cosas que poder evitar, que pueden ser desde una relación hasta una adicción… Hablamos de todas estas cosas de las que aprendemos y pensamos que no se van a volver a repetir, pero luego nos vemos en una situación similar actuando con ese mismo patrón. Es inevitable, así es el ser humano. Además, yo creo que se puede llevar a un montón de campos, no solo a las relaciones con otras personas, sino también con una misma, en lo que nos permitimos y lo que no.
Habláis de gente que os hace daño o de problemas en vuestras relaciones, pero en ese bucle del que habláis da la sensación de que vosotras sois vuestras propias enemigas.
Maite: Las cosas que más te pueden molestar de las críticas externas son siempre cosas que piensas de ti misma. Es decir, inseguridades que tienes. Si algo te duele verdaderamente de algo que te hayan dicho es porque en el fondo tú te lo crees. Entonces, puede que gran parte de lo que no nos afecta es porque ya hemos asumido o le hemos quitado peso… También nos reímos un poco de nosotras mismas en ese sentido.
Habéis sido un grupo muy criticado. ¿Hasta qué punto lo que podéis leer de vosotras moldea el modo que tenéis de percibir vuestra propia personalidad?
Raquel: Las cosas que nos han podido doler en algún momento son porque quizá todavía no estamos reconciliadas con esa parte de nosotras. Yo creo que siempre nos ha pesado mucho la inseguridad. Necesitamos estar rodeadas de gente que sepa hacer mejor esto porque no tenemos ni idea, o porque se van a pensar que no tenemos ni idea, o porque, aunque tenemos ideas buenas, no confiamos en ellas lo suficiente. Somos muy amateurs y toda esta historia. Hemos tenido que obligarnos a nosotras mismas a creérnoslo, a veces por obligación de las propias circunstancias. Hemos querido trabajar con gente que no ha querido hacerlo con nosotras, o que parecía que sí quería pero al final no. Así que hemos tenido que liderar por completo este trabajo.
¿Os dieron explicaciones de por qué no querían trabajar con vosotras?
Maite: Más bien nos ha pasado que había gente que no nos daba un sí rotundo o que, si nos decía que sí, luego no se ponía a ello.
Raquel: Es que hemos tirado por lo más alto. No nos hemos puesto una barrera en la que pensásemos que no podíamos conseguir algo, aunque en nuestra mente pensáramos “ni de puta coña”. Con este disco nos ha pasado en muchos campos, en el campo de la producción, en el campo de lo visual, en el diseño… Iba a salir de una manera y al final nos hemos tenido que zampar nosotras gran parte del trabajo. Estamos detrás de la producción del disco, y eso que creíamos que íbamos a necesitar un gran productor para hacer lo que hemos hecho solas: eso es un orgullo también.
Bueno, sí que os habéis ido bastante arriba, ¿no? Porque la producción también la firma Asha Lorenz, de Sorry. ¿Cómo llegáis hasta ella?
Maite: Barajamos un montón de nombres. Nos apetecía más una productora, porque hay pocas, pero nos fijamos en muchos proyectos de fuera de España. Asha fue una de las que nos dijo que sí. Al principio iba a estar mucho más tiempo, pero al final solo estuvo cuatro días.
Ah, ¿os la trajisteis a España?
Raquel: Ya ves. Fue una cosa tan intensa, realmente, porque ella… es fuerte, ¿eh? Ella era rara…. una jefa, me refiero.
Maite: Nos fijamos mucho en grupos de pibas o por lo menos en proyectos de fuera, porque nos apetecía también dejar de sonar al 100% a España. Asha compone y también ha producido cosas, pero solo para el propio grupo, nunca se había enfrentado a un disco ajeno. Se vino a hacer propuestas y arreglos de producción en varias canciones que mejoraron mucho gracias a que ella estuvo.
Charlotte: Molaba porque es más o menos de nuestra edad, y tomábamos vino con ella.
¿Qué dijo del disco cuando escuchó las maquetas?
Raquel: Era muy respetuosa. Las demos tampoco están muy alejadas de lo que ahora es el disco, porque no quería que hiciéramos una cosa diferente a lo que éramos nosotras. El disco ya era muy chulo así. Proponíamos cualquier cosa, lo primero que se nos ocurriese, y nos decía que lo grabáramos. Nada le parecía descabellado, aunque luego se quedase fuera. Nos puso a grabar “(es posible)” borrachas, sin claqueta y en la calle. Al final no entró, pero la toma era muy chula y todas las propuestas eran bienvenidas.
En realidad es una coproducción a tres, ¿no? Porque todo se desarrolló en La Mina con Raúl Pérez.
Maite: Raúl, ¡qué persona, qué paciencia! Ya habíamos grabado “SUERTE, CHICA” (2023) con él. Nosotras podemos tener ideas muy claras o todo muy compacto, pero a mí me apasiona que gente externa que admiro dé su punto de vista. La diferencia es desde dónde se propone. Desde la imposición o desde el respeto.
Yo no lo conozco, pero todas las referencias que tengo de él son buenas.
Charlotte: Es una locura trabajar con él. Es un cielo. También escucha muchísimo. Está completamente abierto a respetar las ideas de cada artista.
Raquel: La verdad es que se involucra, está entusiasmado, es respetuoso, aporta cosas. Es un tío chill de cojones.
Maite: ¡Es literalmente el meme! No lo había pensado.
¿Y cuál era la propuesta artística inicial que vosotras mismas, como productoras, llevasteis a La Mina?
Charlotte: Lo mismo que antes pero un poco más refinado. Después de girar tanto teníamos claro que queríamos algo fácil de hacer sonar en un concierto.
Maite: Queríamos un rock más limpio, y buscábamos un sonido bastante fresco… dentro de que sigue siendo rock. Por eso nos fijábamos en bandas de fuera. En España, la producción del rock es muy densa y hay mucha ligereza fuera de aquí. Nos fijábamos en cosas muy noventeras, pero también en Wet Leg y esta tendencia minimalista de ahora. También, las baterías electrónicas eran algo muy importante que nos apetecía introducir. Esas, por ejemplo, están en “No quiero” o en “Manifesting”. Y además jugamos con las voces de manera creativa, que no fueran armonías sin más, sino que hubiese clips divertidos y esas cosas que suceden en la música urbana.
¿Nunca hubo algún pensamiento intrusivo de querer demostrar “maestría compositiva” añadiendo más detalles?
Maite: Nunca tuvimos esa necesidad. Sabemos lo que disfrutamos naturalmente y lo que no. Y no queríamos este rock supersobrecargado que demuestra dureza y a veces se queda un poco carca. Si te vas a algo más vacío, suena más fresquito.
Más allá del sonido, ¿cómo concebisteis el concepto del disco? A mí me da la sensación de que está estructurado como un bucle, porque estáis hablando de un bucle autodestructivo del que cuesta salir.
Maite: Cuando terminamos el disco, nos dimos cuenta de que en las letras había mucha dualidad.
En ese sentido, he visto que os citáis a vosotras mismas. Por ejemplo, en “algunos lunes” hay referencias a “La fiesta”.
Maite: Eso era algo que yo tenía en notas del móvil y que utilicé para ambas canciones. Después pensamos que esa autorreferencia tenía cierta gracia, porque es una dualidad que nos representa. Por un lado, es la tristeza de “da igual donde sea la fiesta porque nos puedo percibir en todos los lugares, y aunque no estemos juntos me acuerdo de nosotros en todas partes”. Y luego, sin embargo, también puede significar “da igual donde sea la fiesta, porque ahí vamos a estar”. Todo habla de las mismas personas y de la misma situación, pero en polos completamente opuestos. Es que el disco tiene mucho de bucles, hay temas que se repiten y van saltando de canción en canción.
Puedo entender todas esas referencias a la fiesta como si intentaseis escapar de un momento vital del que no estáis satisfechas a través de los excesos…
Maite: Yo estoy cero fiestas. Soy la persona menos fiesta del mundo, la verdad. Ahora mismo estoy muy feliz. Nos da por épocas, pero nunca hemos sido aquí de irnos de fiesta a reventar.
Raquel: Tampoco creo que sea algo que nos identifique. En general, y creo que esto es un poco mierda y un poco controvertido, en este mundillo se asocia la fiesta con el trabajo. Nosotras tenemos la suerte de que vamos juntas a los eventos, pero yo, sí tuviese que ir sola, me moriría. Para mí ahora la fiesta es quedar con mis amigas y tomarme unos vinos en una casa.
Entonces, ¿todos esos excesos de los que habláis son ficciones?
Maite: Literalmente, yo a las dos en punto hago bomba de humo en cualquier lado, no soporto socializar con gente que no sean mis amigas. Pero esa época de la que habla el disco era muy caótica, pasé por una ruptura… efectivamente, es lo que tú dices, que quería salir de una realidad. Esos meses, que no fueron muchos, utilicé la fiesta como escape, procuraba no estar en casa nunca y daba igual si era lunes o domingo. Entonces dije “estoy loca, soy la persona más ‘rockstar’ y más fiestera del mundo” y me hacía cierta gracia performar esta autodestrucción total. Además, en ese momento tenía una bomber con pelo y me sentía Carrie Bradshaw, destruida y romantizándolo. La canción tiene que ver con eso, con “me lo paso superbien siendo este personaje que no tiene nada que ver conmigo pero que utilizo durante un tiempo de mi vida para salir de esta situación que me hace infeliz”.
Raquel: No tiene por qué estar relacionado con una ruptura de amor. Simplemente, no quiero estar a solas con mis sentimientos ni un segundo del día. Y no pasa nada. Mientras que no te mueras de sobredosis, está bien.
Ahora mismo, ¿sentís que habéis salido de ese bucle del que habláis?
Maite: Sííííííí, ¿no? Pensé que iba a ser unánime.
Charlotte: Yo no sé qué pensar. Hombre, hace un año y pico… fueron unos momentos…. ¿Ganamos? Claro. Hemos ganado.
En este momento en el que está de moda el discurso de “discos de madurez”, por ejemplo, con Carolina Durante…
Maite: Si te salió la primera cana en los huevos, solo tienes que decirlo.
Raquel: A ver, madurez, ¿qué es madurez? Le pusieron unos violines. A mí el disco me encanta y lo he escuchado muchísimo, pero…
… aun así, resulta gracioso que vuestra moraleja, o el mensaje que intentáis transmitir, es que no hay aprendizaje, porque vas a pasar por los mismos períodos autodestructivos y vas a cometer los mismos errores.
Maite: Quizá algunos grupos están intentando consolidarse a través de la madurez, pero es que dentro de cuatro años van a querer ser rebeldes y se van a tintar el pelo de verde. Nosotras somos más maduras que antes, pero quizá porque tenemos las cosas más claras en muchos aspectos del proyecto. Eso no quiere decir que en nuestra vida personal sea así. Nuestro sonido es, simplemente, menos naíf.
Raquel: Más allá del sonido, las mismas canciones te dan a entender que estamos como una puta cabra. Al final estamos igual de perdidas que antes… y quizá dentro de cuatro años hagamos un disco de ópera. Lo más importante para nosotras es la diversión. Y la comedia, ante todo. La diversión y la comedia.
También con la parte gráfica, ¿no? O sea, esa portada de las tres vestidas con un hábito rojo, como si fueseis monjas…
Charlotte: El disco tiene partes muy densas. De alguna manera había que quitarle hierro al asunto. También era una cosa que llevábamos persiguiendo mucho tiempo porque a Raquel le apetecía vestirse de monja.
Raquel: Pero no es como una crítica a la iglesia, por eso es muy sutil. Y casualmente también el nombre de Dios aparece en muchos momentos del disco, con muchos matices. Así que todo tenía un poco de sentido.
Y, al diseñar todo esto, ¿no os asalta un pensamiento intrusivo en el que la belleza tiene que estar por encima de todo? Por ejemplo, yo puedo tener muchas ideas en mi cabeza para hacerme fotos, pero a la hora de la verdad solo quiero estar divina...
Raquel: A mí me pasa. De hecho, cuando le enseñé la portada a mi madre, se quedó un poco extrañada. Me dijo “está bien, pero no salís muy… guapas, ¿no?”.
Maite: Ya somos bastante canónicas y eso hace que mucha gente no nos tome muy en serio. Si en vez de participar del meme nuestra imagen fuese más de barbies, ¿perderíamos credibilidad?
Raquel: Yo creo que un poco sí. ∎