El primer single de Elvis Costello, un tipo destinado a escribir discos enormes, no triunfó en las listas a pesar de la larga estela que dejó detrás. No sorprende porque era 1977, en el Reino Unido, epicentro de una de las épocas más explosivas y rápidas con las que se han tropezado música y estética, y parecía que no cabía un alma más. Pero sí sorprende porque “Less Than Zero” llegó a ser un catalizador con una onda expansiva gigante, y una tarjeta de presentación con mucho de lo grande que repartiría Costello a lo largo de su carrera: los dobles y triples sentidos, la contradicción entre la intención de melodía y letra, y el cabreo casi perpetuo como único recurso de conservación de la dignidad.
La letra bascula hacia el punk, pero el envoltorio es intrínsecamente new wave extra seca. No cuenta una historia, la presenta con brochazos certeros en una “fantasía calumniosa” (como él la define) contra el fascismo y su reintegración en la sociedad británica. Escribe imágenes crudas y oscuras recitadas con un lenguaje familiar de mesa camilla frente al televisor. No se sabe si las escenas ocurren dentro de la televisión, si estamos dentro de la televisión o si la tenemos de fondo mientras nos ocultamos. Todo puede ser. Se la ha llegado a calificar como atrevida y obscena, pero aunque llegara a parecer una historia doméstica anclada en el tiempo, resulta que 48 años después, ay. Hoy, 22 de julio, se cumple el aniversario de la publicación de “My Aim Is True”, álbum en que fue incluida, el primero de su autor.
Cada verso sabe evocar dos o tres imágenes distintas dirigidas a receptores o ánimos diferentes. Ya hay un empaque que lo diferencia del resto de su generación, aunque fuera uno de sus protagonistas. En 1977 llegó a decir que el arte no puede servir para cambiar conciencias. Indolente él. El arte es solo arte. Pocos meses después le parece tan importante el mensaje que no se quiere conformar con que “Less Than Zero” sea percibida solo por su tono de pop con una pizca de Jamaica. Al estrenarla en directo en Estados Unidos, y notar que no se entiende la referencia al protofascista británico Oswald Mosley, cambia la letra por una aún más explícita con Lee Harvey Oswald en la diana para que el resto de Occidente también pudiera saborearla con los dientes apretados. Obvio que había apuntado y ni quería ni iba a errar el tiro. ∎