Amaia se acerca al galope a un tercer disco donde brotan tropos de una electrónica afiliada a la escena española reciente. Tras la publicación del brillante “Nanai”, con producción de Ralphie Choo, confirma las nuevas vestimentas con “Tocotó”, un tema que rinde homenaje al “Corre, corre caballito” que su admirada Marisol interpretó en “Un rayo de luz” (Luis Lucia, 1960), mientras se hace eco de los procesos acelerados a los que los músicos se ven cada vez más abocados dentro de la vorágine de lanzamientos de consumo exprés.
Esa idea también se filtra en las imágenes que deposita Daniel Dalfó (Daniel 2000) en el tema de la pamplonesa. De entrada, adoptando el formato vertical impuesto por las principales redes sociales. Esos espacios que promulgan el scroll infinito y donde la pausa, la dilatación y la reflexión son un estorbo a erradicar. También la realidad, alterada entre filtros, porque la verdad sucks, como anuncia esa camiseta en la primera viñeta del videoclip. Aunque la asimilación de esos espacios adheridos a una realidad alternativa y desconfigurada no se circunscribe solo al formato, sino también al léxico adscrito y a esas aberraciones visuales que distinguen su entretenimiento más inane. Así, no tarda en aparecer una Amaia con cabeza de caballo a modo de filtro, impresiones distópicas con corredores enganchados al scroll infinito como cobayas en una jaula, escaramuzas físicas de elevación tóxica recogidas por lives o de nuevo Amaia, a lomos de un caballo, cabalgando sobre notificaciones y mensajes de imposible conteo.
Daniel utiliza con gracia y astucia esa sintaxis adherida (y adquirida) en los universos digitales del presente para darle una vuelta crítica bajo el compás que marca la letra de la navarra. Bajo esa denuncia explícita, y pese a los tiempos frenéticos, Amaia sigue firme en su galope a contracorriente. ∎