Alison Bechdel (Lock Haven, Pensilvania, 1960) es desde hace décadas una voz fundamental del cómic mundial. Activista LGTBIQ+ y creadora del test que lleva su nombre, una prueba informal para evaluar la representación femenina en una obra de ficción, la autora de obras fundamentales como “Fun Home” (Reservoir Books, 2006) o “¿Eres mi madre?” (Reservoir Books, 2012) ha convertido su vida e intimidades en algunos de los cómics más influyentes y celebrados de las últimas décadas. Ahora regresa con “Consumida” (Reservoir Books, 2025), una obra que marca un punto de inflexión en su carrera: por primera vez abandona la memoria estricta para adentrarse en la autoficción, creando una versión alternativa de sí misma que nunca escribió “Fun Home”, sino un cómic titulado “Death And Taxidermy”.
“Ha sido muy refrescante no tener que contar la verdad exacta sobre mi vida”, confiesa Bechdel durante el encuentro online con medios. La escritora conversa por videoconferencia desde Vermont, donde reside y ahora enseña cómics en la universidad. “He escrito memorias tan sinceras durante tantos años que poder inventar cosas sobre mi vida ha sido un verdadero placer. Incluso inventar cosas sobre mi personalidad”.
Esta libertad creativa le ha permitido explorar territorios que sus anteriores trabajos autobiográficos no podían alcanzar. “Después de tantos años contando cosas muy íntimas y vulnerables sobre mi vida real, hay desconocidos que saben las cosas más íntimas que me han pasado. Es por eso que me pregunto si, de alguna manera, ahora estoy intentando disfrazarme un poco de ese escrutinio”.
“Consumida” comenzó como una memoria directa sobre su relación con el dinero y el intento de vivir éticamente bajo el capitalismo. “Empecé a leer a Marx, como hace Alison en el libro, y pronto me di cuenta: ‘Dios mío, hay como mil páginas más. ¿Cómo voy a hacer esto?’”. La solución fue brillante y característica de Bechdel: usar los títulos de los capítulos de “El capital” para estructurar su propia obra. “Hay como 30 páginas al principio de ‘El capital’ solo listando los capítulos, todos muy largos y complejos. Pensé que era divertido. Puedes casi entender las teorías de Marx solo leyendo estos títulos”.
Pero el verdadero punto de inflexión llegó cuando decidió cambiar el enfoque completamente: “¿Y si no estoy escribiendo un libro sobre el dinero, sino sobre un personaje llamado Alison Bechdel que está intentando escribir un libro sobre el dinero? De alguna manera, ese ángulo le dio vida a todo. Me di cuenta de que no tenía que escribir un tratado académico, estaba escribiendo una historia, y eso es lo que la gente quería y necesitaba”.
Uno de los elementos más celebrados de “Consumida” es el regreso de los personajes de “Unas lesbianas de cuidado” (1983-2008), la tira cómica que Bechdel publicó durante décadas y que se convirtió en un documento esencial de la cultura lésbica estadounidense. Ahora estos personajes tienen 60 años, enfrentando nuevos desafíos.
“Son viejos y están cansados, como yo”, admite con una sonrisa. “Pero todos tenemos que seguir haciendo este trabajo juntos. Estos personajes han estado trabajando muy duro durante décadas para crear un mundo más justo. Parecía posible entonces, y ahora parece incomprensible cuánto terreno ha ganado la derecha conservadora”.
La representación de estos personajes envejecidos le permite a Bechdel explorar uno de los temas más sorprendentes del libro: el deseo femenino en mujeres posmenopáusicas, un territorio prácticamente inexplorado en la ficción contemporánea. “Cuando era joven, las lesbianas éramos vistas como figuras pornográficas. Quería desmitificar lo que las lesbianas hacen juntas. Es solo sexo, nada loco”, explica Bechdel, que concluye con una anécdota: “Recuerdo estar en un avión y entrar en conversación con la persona que tenía al lado: ‘¿A qué te dedicas?’. Por alguna razón, era joven e ingenua, le dije: ‘Soy dibujante de cómics lesbiana’. Y se horrorizó. Ni siquiera sé qué pasaba por su cabeza”.
Bechdel abraza la realidad de la madurez con honestidad. “Sentí que sería divertido mostrar a personas mayores siendo sexuales, mostrar sus cuerpos reales con sus barrigas y sus cicatrices y su pelo gris y sus cabezas calvas. Porque creo que no se ve a menudo, sea heterosexual u homosexual. Disfruté desmitificando la sexualidad de las personas mayores”.
Esta representación honesta se extiende a la relación con Holly, su pareja en la vida real, que aparece prominentemente en el libro. “Desde luego, no podría haber escrito sobre mi relación con Holly hace veinte o treinta años. Pero he creado un espacio, o el movimiento LGBTQ ha creado un espacio para que podamos hacer eso, simplemente ser nosotros mismos y tener nuestras vidas. La ironía es un poco amarga ahora que todo eso parece estar retrocediendo. Y siento que hay algún valor político en ello. Mi proyecto continuo es mostrar que somos simplemente seres humanos”.
La pandemia de COVID sirve como telón de fondo crucial para la historia, un período en el que, como señala Bechdel, la dependencia de la tecnología y las redes sociales se volvió inevitable. La Alison del libro lucha constantemente con la página en blanco, distraída por un proyecto tras otro, tomando nuevos compromisos para evitar enfrentar los anteriores, un reflejo perfecto de la experiencia creativa de la autora durante la era Trump.
“Es una imagen bastante precisa de mi propio proceso creativo desde que Trump llegó al poder la primera vez”, admite. “Hay tanta distracción constante con este ciclo de noticias 24/7 de catástrofe tras catástrofe”. El personaje de Alison en el libro está constantemente distraída por lo que está sucediendo en las noticias, muy molesta, sin saber qué pensar o hacer. “A lo largo del libro, aprende que necesita salir de su ordenador y estar con sus amigos en el mundo real, conectar. Tal vez sea un mensaje ligeramente simplista, pero cada vez siento más que esta es la respuesta a todos nuestros problemas”.
El libro tuvo que terminarse antes de las últimas elecciones estadounidenses, dejándolo con un final necesariamente abierto. “Era lo suficientemente ingenua como para pensar que había una posibilidad de que Kamala Harris ganara las elecciones”, reflexiona. “Necesitaba dejarlo abierto al hecho de que Trump fuera elegido de nuevo. Ese parecía un futuro oscuro, pero en ese momento no tenía idea de lo oscuro que iba a ser o lo rápido que empezaría a suceder”. Ahora, en retrospectiva, el libro parece más oscuro de lo que pretendía ser.
“Consumida” no pretende ofrecer respuestas fáciles sobre cómo vivir éticamente bajo el capitalismo. “No sé la respuesta de cómo forjar un camino ético cuando estamos tan comprometidos y somos cómplices de cada paso del capitalismo”, admite Bechdel. “Especialmente ahora que todo está en internet y todos estamos siendo vigilados. Aparte de desconectarse completamente de la red y vivir en el bosque, no conozco la respuesta. Todavía lucho, ya sabes, no puedo dejar Amazon. Sigo pidiendo productos de Amazon porque es muy fácil. No tengo las respuestas. Solo estoy tratando de mostrar la lucha”.
En última instancia, el libro es un testimonio del poder de la narración misma, de la capacidad del humor para enfrentar la oscuridad, y de la importancia vital de mantener conexiones humanas reales en tiempos de división extrema. Como reflexiona Bechdel sobre su deber como artista en estos tiempos: “Siento que, hasta cierto punto, tenemos el deber de mantener la esperanza. Pero ¿cómo lo haces cuando el miedo se convierte en la decisión más racional? No sé muy bien cómo navegar eso. ¿Quiero hablar de mi miedo pero es algo contraproducente? ¿O esa honestidad ayudará a usar sus propios miedos para hacer algo útil? No lo sé. Es algo con lo que lucho todos los días, tratando de resolverlo”. Alex Serrano
Por Isabel Cortés

En su nuevo trabajo, Alison Bechdel quería sumergirse en “El capital” de Marx para crear una obra crítica sobre su relación con el tardocapitalismo, un libro que despertase conciencias, que sirviera para mejorar el mundo; este loable propósito acabó con el abandono de la lectura en el índice y el desvío de la línea autobiográfica que une sus tres novelas gráficas previas –“Fun Home” (2006), “¿Eres mi madre?” (2012) y “El secreto de la fuerza humana” (2021), todas traducidas aquí por Reservoir Books– para abrazar la polémica autoficción.
Una autoficción que se despliega para poner en diálogo lo personal y lo colectivo, pues “Consumida” (“Spent”, 2025; traducción de Rocío de la Maya) es quizá su obra más política y social. Su protagonista, que se llama como la autora, naufraga en su epopeya contemporánea: en una finca rural en Vermont, durante las postrimerías de la pandemia del COVID, lidia junto a su pareja Holly con la sensación de desastre inminente y la guerra interna que le supone intentar vivir de manera ética y comprometida en un mundo capitalista en crisis, desigual y polarizado.
Entre las diferencias con la Bechdel real, se encuentra el hecho de haber vendido los derechos de una obra para la adaptación a una serie audiovisual exitosa y frustrante (en la vida real, su “Fun Home” fue adaptada a musical) que le ha permitido un nivel de vida difícil de abandonar –entre otras cosas, tiene una pequeña granja de cabras enanas– pero por la que siente una culpabilidad lacerante, que tratará de mitigar creando un libro subversivo.
“Consumida” también es su obra más coral hasta el momento, colmada de personajes de una singular familia extendida de amistades y una hermana “autoficcionada” (la Bechdel real tiene dos hermanos pero ninguna hermana) con la que retratará la ineludible América trumpista. También recupera personajes queer y alternativos de su antigua tira “Unas lesbianas de cuidado” (1983-2008), que ofrecen una mirada a la madurez de un paisanaje que conocimos en su furia juvenil.
Como en otras de sus obras, el humor y la ironía, el trazo nítido y expresivo, en este caso a todo color, y la combinación de viñetas fluidas permiten una lectura dinámica pese a la diversidad temática: voracidad de la industria cultural, la amistad, la sexualidad en la madurez, la crisis climática, el extremismo político, la censura reaccionaria, etc. El distanciamiento ficcional quizá haya aligerado esta obra, como ha señalado la propia autora. Sin el peso de trabajos precedentes, “Consumida” pretende ofrecer un retrato entretenido y honesto de nuestro tiempo. Lo consigue a medias, entre pasajes graciosos y afinados y escenas menos logradas por autocomplacientes (suelen ser las de autoficción más obvia).
Con el bombardeo constante de noticias catastrofistas como ruido de fondo y un futuro distópico en el horizonte que intuye inevitable, ¿logrará “Alison” (su doble dibujado) conciliar su pulsión activista y la frustración de no poder cambiar las cosas? ¿Resolverá la disyuntiva entre ingresos y principios? ¿Mantendrá a salvo a sus cabras enanas? ∎