“¿Es posible abandonar a los padres?”, se pregunta, en frío y sin anestesia, el narrador protagonista de “El aniversario” (“L’anniversario”, 2025; traducción de Carlos Gumpert). “¿Podemos sustraernos a ellos, quitando sencillamente nuestro cuerpo de en medio con un gesto rotundo y definitivo? ¿Y condenarlos a vivir el resto de sus días, por así decirlo, con un miembro fantasma?”, le hace decir el italiano en uno de los muchos momentos de aliento contenido y desgarro a cámara lenta que atesora esta pequeña pero brutal novela con la que el autor romano se llevó el Premio Strega de 2025.
La ironía salta a la vista, ya que el prestigioso galardón es, además de sinónimo de ventas al alza y pingües beneficios, el libro que media Italia mete en la maleta para leer durante el verano. “Cuando la gente se dio cuenta de que no es el tipo de libro que uno se lleva de vacaciones, se produjo un fenómeno curioso, ya que en lugar de rechazarlo y buscar algo más cómodo y amable, los lectores se sintieron involucrados y lo viralizaron", explicaba el propio Andrea Bajani (Roma, 1975) a su paso por Barcelona el pasado mes de septiembre.
Doble diana, pues, para una novela que es una autopsia a un cuerpo aún caliente y humeante. Una operación a corazón abierto en la que Bajani va retirando órganos para ver hasta dónde puede aguantar el cuerpo antes de desconectarse del todo. El paciente, en este caso, no es otro que la familia, institución nacida para arropar y proteger que muchas veces, demasiadas, se convierte en todo lo contrario. Eso es precisamente lo que le ocurre al protagonista de “El aniversario”, un hombre que con su gesto de abandono, con ese poner tierra de por medio por siempre jamás, busca romper la cadena de terror, abuso patriarcal e ineptitud emocional que veía (y sufría) a diario en su propia casa. “A causa de un cortocircuito insondable generado dentro de los laberintos de la psique, mediante la violencia mi padre pretendía amor. Estaba dispuesto, como último recurso, a repartir leña, a hacer daño a su familia, a romper cosas, incluso a arriesgarse a ir a prisión, a cambio de recibir amor (...). El miedo, en las formas de la intimidación, era su instrumento principal, el único al que recurría cuando sentía que no le llegaba suficiente amor”, leemos.
Así, entre horas de terapia, mujeres brutalmente silenciadas, matrimonios a la deriva y frases afiladas como estiletes, Bajani reconstruye la asfixia, la brutalidad totalitaria, de una familia aparentemente normal de puertas hacia fuera y aterradoramente convencional nada más cruzar el dintel. Porque “El aniversario”, 152 páginas que se leen con el corazón encogido y un escalofrío galopando por el espinazo, “celebra” los diez años que han pasado desde que el narrador sale de casa de sus padres sabiendo que será la última vez. “¿Volverás a visitarnos?”, pregunta la madre desde lo alto de la escalera. No hay respuesta, pero tampoco hace falta, porque lo que sigue es una crónica desolada y despojada de cualquier artificio del camino que ha llevado al protagonista a tomar tan drástica decisión. A cambiar de número de teléfono, poner un océano de por medio y vivir “los mejores diez años” de su vida. A soltar amarras de una manera un tanto cobarde, ni un átomo de épica de la que enorgullecerse, para intentar dinamitar el patriarcado sin dejarse las manos en la voladura. ∎