Libro

Chris Offutt

Noche cerrada Sajalín, 2020
Después del impacto creado por la colección de relatos “Kentucky seco” (1992) y las memorias “Mi padre, el pornógrafo” (2016), la demanda de nuevo material traducido de Chris Offutt (Lexington, Kentucky, 1958) queda plenamente saldada con “Noche cerrada” (“Country Dark”, 2018; Sajalín, 2020), obra trepidante donde alcanza brillantes cauces expresivos a través de sus habilidades coloquiales, pero sobre todo por su capacidad para adentrar al lector en un entorno de naturaleza y tabaco de mascar tan típico de las novelas ambientadas en la Norteamérica profunda.

Dividida en cuatro fases temporales muy concretas, entre 1954 y 1971, Offutt hila la historia de la familia Tucker a través de episodios enfocados en momentos en los que el destino ha jugado sus cartas de forma definitiva. Esta decisión agiliza la fluidez de unos hechos que sirven como disparadero para explotar el leitmotiv del guion ideado: la dignificación humana del redneck.

La ternura de Tucker, el padre de familia, hacia sus hijos deformes desmarca al autor de la senda brutal con la que primos lejanos como Harry Crews reflejan la naturaleza asilvestrada de seres borrados de la civilización. En sus manos, el enemigo es el intruso de la sociedad aceptada.

Su mirada de un entorno tan reconocible para él evita la ironía y el humor negro. En su lugar, el escritor norteamericano invoca la fragilidad de una familia condenada por sus orígenes que, en un revelador epílogo “basado en hechos reales”, nos alienta de esperanza ante el camino ideado para sus personajes en el resto de sus vidas. No en vano, más allá de la oscuridad proyectada desde la superficie de personajes como Tucker, lo que se esconde bajo su atrezo es un amor puro hacia los suyos.

Toda la narración gira en torno a este excombatiente de la Guerra de Corea que defiende su progenie a base de cuchillo y pistola. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de relatos con ecos del gran Jim Thompson, no es condenado por sus actos, sino que es redimido por los mismos.

La moraleja final de este clásico contemporáneo es que Offutt cree en las segundas oportunidades, como la que él mismo tuvo, al poder escapar de un pueblo muy parecido al descrito en estas páginas repletas de diálogos con cepo e intensidad absorbente. ∎

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