
En 1993 el editor Kim Thompson comenzó a publicarle su serie “The ACME Novelty Library”, que recogía y reinterpretaba los materiales que habían ido apareciendo en la prensa como Kimby The Mouse, Big Tex o un hombre patata sin nombre. Esta oportunidad con la editorial alternativa Fantagraphics hace que Ware sienta toda la libertad para experimentar con la complejidad estética y narrativa de sus cómics. Los cuadernillos de esta serie abren las posibilidades del formato y tienen tamaños y diseños diferentes; son, en cierta forma, cómics coleccionables de enorme belleza que trascienden la idea del propio cuadernillo seriado tradicional. El número 14 de “The ACME Novelty Library” aparece en el año 2000 y cierra la serie “Jimmy Corrigan. El chico más listo del mundo”, que a su vez se transforma en un volumen de libro de tapa dura publicado ese año por Pantheon y que tiene un enorme impacto. En 2001 gana el Guardian First Book Award en el Reino Unido, y se empieza a celebrar la obra de Chris Ware como autor de novela gráfica literaria más allá del contexto del cómic. A partir de ahí, su trabajo suma innumerables premios, sus páginas y los diseños de sus objetos se exhibirán en museos y él mismo se involucrará con proyectos que dialogan de forma paralela con sus preocupaciones estéticas y narrativas. En su colaboración con el periodista radiofónico Ira Glass, reflexionó de forma gráfica sobre los edificios perdidos de Chicago. Esta colaboración ha continuado con construcciones animadas para ‘This American Life’ y ‘The New Yorker’, para los que ha realizado portadas emblemáticas que suman ya más de treinta.
En 2005 Ware se autopublica el número 16 de su “The ACME Novelty Library”, en donde sigue con su proyecto seriado de “Rusty Brown”, que aparece en formato de novela gráfica en 2019; y ya están algunas de las claves de su pieza de 2012 “Building Stories” recogidas en el “ACME” nº 18 y aparecidas en ‘The New York Times’. Todo en Ware se intercomunica, las editoriales nos lo quieren vender como autor de novela gráfica, pero en realidad sus cómics trascienden las páginas de los libros para evocar otras realidades. La idea de la caja de juegos en “Building Stories” (“Fabricar historias” en la edición española) apela a la soledad fragmentada, a la nostalgia y a la vida interior de los edificios que funcionan como páginas de viñetas. Es la estructura lo que comunica y quiere alcanzar el todo. Una trama sería la historia de una mujer que ha perdido la pierna y retorna a su infancia, a un tiempo anterior. Pero la idea de la soledad y la derrota está en todo Ware. Es una pulsión fría como los copos de nieve en los que ahonda tanto de manera simbólica como en el diseño estético para explicar el universo del pequeño Rusty Brown y los que lo rodean; o para articular el “ACME” nº 20 (2010), en donde la mirada hacia el personaje del cincuentón Jordon Wellington Lint nos desasosiega y nos sorprende. Ware representa la angustia de la niñez y el desamparo de los adultos y lo hace desde la maleabilidad del diseño, siempre el diseño como un lenguaje superior, mostrando a su vez la crisis existencial de un país en decadencia que muchas veces se olvida de lo que significa la empatía. ∎