Luis Boullosa, de “los hermosos vencidos” a la misteriosa diva pop.
Luis Boullosa, de “los hermosos vencidos” a la misteriosa diva pop.

Entrevista

El decálogo de Luis Boullosa para amar a Lana Del Rey

El periodista y escritor Luis Boullosa, habitual explorador de los márgenes de la escena musical, cambia de registro y objetivos en su nuevo trabajo, en el que se interroga –libre de cualquier atadura– sobre el papel del pop en nuestros días a través de la subyugante figura de Lana Del Rey.

Luis Boullosa (Madrid, 1975) ha elegido “Diez maneras de amar a Lana Del Rey. Una investigación pop” (Liburuak, 2022), aunque tras la lectura de su nueva obra se puede concluir que bien podrían haber sido el doble o la mitad. Hablamos de un ensayo sobre la cantante y tantas cosas más, a la vez que de una investigación psicocultural sobre el pop y sus múltiples derivados.

Para el escritor, músico, editor y periodista gallego, nacido en 1975, significa casi con toda probabilidad un cambio de paradigma en su producción tras los magníficos “El puño y la letra. Creación literaria y rock & roll underground” (2013) y “Santos y francotiradores. Supervivencia, literatura y rock & roll” (2016), ambos publicados por la editorial barcelonesa 66rpm, donde buceaba en el marco literario del underground cuasi maldito de Julian Cope, Michael Gira, el recientemente homenajeado Rafael Berrio (1963-2020) o Fernando Alfaro. Conversamos con él a propósito de este nuevo viaje de letras y músicas.

Este ensayo surge como parte de otro más genérico. ¿Qué te lleva a convertir a Lana Del Rey en el centro, incluso, como dices, a que “emane de ella”?

Un libro siempre necesita una obsesión, pero la gracia de las obsesiones es que pueden surgir en cualquier esquina y que se pueden cultivar. Son plantas de interior, claro. Estaba escribiendo otro libro que terminó por devorarme y hacerse demasiado intrincado, y me di cuenta de que era un libro-árbol que contenía otros muchos, más pequeños, así que he empezado a recolectarlos. Lo de Lana es un fruto primero de ese libro fantasmal e inmenso; diez páginas dentro de un capítulo sobre mitologías americanas que han terminado en esto. Me he entregado con gusto porque llevaba a muchos sitios hermosos y porque me permitía respuestas nuevas a preguntas que siempre me hago. ¿Qué es el pop? ¿A qué tradición cultural pertenezco? ¿Cuál es la raíz sentimental que yo elijo por encima, o por debajo, de la que se me atribuye? ¿Quién es mi familia? ¿Qué es una canción? Lana Del Rey es en ese sentido un cruce de caminos extraordinario, aunque a veces su situación mainstream nos impida verlo con claridad.

Lana Del Rey, en 2012, en el Roxy: tiempos de “Born To Die”. Foto: Chelsea Lauren / WireImage (Getty Images)
Lana Del Rey, en 2012, en el Roxy: tiempos de “Born To Die”. Foto: Chelsea Lauren / WireImage (Getty Images)

Un poco en broma, digo que con ella me pasó como ese dicho popular de “ir a por lana y salir trasquilado”, en este caso empezar a escuchar a Lana pensando en “otro producto más o menos aceptable de la gran industria” y salir seducido-embobado. Tu proceso tiene también algo de eso con un primer acercamiento escéptico.

Los canales por los que Lana llegaba a mi vida eran poco fiables en inicio. Tenía el prejuicio, muy lógico, que se tiene hacia lo masivo. Pero yo siempre he intentado escuchar todo lo que he encontrado, he husmeado por todas partes. Napalm Death, Bob Dylan, Purcell, Vainica Doble, Nicki Minaj, Perturbator, Yupanqui, Kuti, Pet Shop Boys, Gardel, Jenny Hval, Rudimentari Peni, Battiato, alguien que canta por la calle, lo que sea. ¿Por qué no? Pierdes profundidad aparentemente, pero ganas amplitud. Y la amplitud permite interrelación y la interrelación es un tipo de profundidad más interesante que tener todos los discos de crust de la historia en una estantería. Era normal que acabase aquí al final, porque puedo acabar donde me dé la gana.

Si lo queremos ver como una historia circular, cuentas que este libro es breve porque hubiese querido ser canción, para terminar admitiendo que en “Big Pacific Blue”, tu última grabación como Digital Mother (proyecto musical formado por Luis Boullosa, Manu G. Sanz y Elvira Jardón), su influencia fue surgiendo dentro del espíritu mismo del disco.

Tiene algo de mapa y algo de poema, si se quiere, de catarsis personal sin estridencias. Es el cuento de cómo uno se deja llevar por las cosas para entenderlas mejor; la narración de ese transcurso, sin ocultar la realidad, sin pretender ser más o menos cool. Mi amiga Sonia Barba dijo el otro día que el mensaje del libro era “no des la espalda al amor”, y probablemente tenía toda la razón. Hay un momento en que vida y arte se empiezan a confundir y puede que sea uno de los pocos momentos esenciales que existen. El libro es también, ahora que lo pienso, la narración de ese momento.

“Mi amiga Sonia Barba dijo el otro día que el mensaje del libro era no des la espalda al amor’, y probablemente tenía toda la razón. Hay un momento en que vida y arte se empiezan a confundir y puede que sea uno de los pocos momentos esenciales que existen”

Como ensayo o investigación sobre el pop, o sobre lo pop, ¿podríamos decir que Lana es la excusa o su representación?

Cuando uno tiene una manía recurrente –y algo de mano– es capaz de engarzar esa manía sobre casi cualquier figura. Yo podría hacer un libro sobre lo pop partiendo de un picaporte, o de un gato o de una factura de la luz. Pero al mismo tiempo es útil encontrar un motivo que te genere calma, porque escribir un libro, para mí, es un proceso sufrido que hay que moderar en todo lo posible. Lana es perfecta en ese sentido: me sirve de excusa para ir a sitios, pero también me permite volver sin dolor a un lugar en el que me encuentro en equilibrio. Los lugares de los que no sientes que debas huir son lugares buenos desde los que escribir.

De la misma forma se trata de un análisis casi psicológico, como si la hubieras sentado en un supuesto diván en una supuesta charla que lógicamente no es tal. ¿En ese sentido se convierte en una aventura con todo lo que tiene de presunción?

Un ensayo es un modo de ficción especialmente sibilino. Creo que demasiada gente confunde ficción con mentira, un tipo de mentira benéfica. Yo, en cambio, sostengo que la ficción es una ampliación de la realidad especialmente potente. Un ejercicio hacia la verdad profunda. La Lana del libro es una ampliación sobre la Lana “real”, que será de muchos otros modos, por lo demás igualmente ficcionales. Pero es que todo es ficción. La historia es ficción. El ser es ficción. Podríamos dividir el mundo entre los que creen que existe una realidad objetiva, y después mentiras más o menos tolerables, y los que pensamos que todo es ficticio y por tanto más dúctil y más misterioso. ¿Dónde vivo yo más, en Pontevedra o en la América Imaginada? Supongo que todo esto ya estaba en el Quijote.

Rockero y más allá.
Rockero y más allá.

¿Qué reacciones estás recibiendo hasta ahora y sobre todo qué respuesta encuentras entre los que han leído tus libros anteriores sobre artistas más propios del clima del rock underground?

Por el momento el feedback de la gente a la que aprecio está siendo muy bueno. Me alegro y lo agradezco, porque es un libro tan peculiar que tenía mis dudas. Pero en todo caso ya está fuera de mi esfera.

Entrando en nombres, asemejas su campo de batalla al de Leonard Cohen a la vez que te cargas totalmente a Tom Petty. ¿Alguna reacción al respecto?

Un amigo mío al que aprecio mucho dice que todas las canciones buenas ya las escribió Tom Petty. A mí, en cambio, me parece un tedioso telefilme de media tarde. El Kevin Costner del rock, de hecho sale en “Mensajero del futuro” (Kevin Costner, 1997). Lana está con Cohen porque ambos tienen una visión preclara de lo sentimental como monstruoso. Y por tanto ambos tienen algo de depredador melancólico. O de Minotauro, según la idea de Borges en “La casa de Asterión” (1947), aquel cuento maravilloso.

En las líneas sobre la América Imaginada te refieres a la necesidad estadounidense de figuras aristocráticas, por su ausencia, y a su pasión por el magnicidio, por la sangre, que fertiliza. ¿Cuáles serían las aportaciones de Lana y el pop?

El pop ha llevado a la síntesis perfecta todas las manías esenciales, congénitas, de América. La de los reyes sacrificiales también. “Murder Most Foul”, la última gran salvajada de Dylan; o “Bullet”, de los Misfits, son dos ejemplos artísticos. La vida y muerte de Kurt Cobain es un ejemplo pararreligioso, encarnado. La aportación de Lana es haber sabido sortear el martirio con gracia, como en un truco de magia. Haber superado esa manía nacional sin dejar de reinar. Es un “sí a la vida” más allá del mito.

“El artista es el último occidental no psicoanalizado precisamente porque vive inmerso en la pura terapia. Así lo veo yo, al menos. Los tres últimos discos de Lana son muy, muy curativos. A la altura en mi mundo mental de, digamos, los buenos de Van Morrison”

Destacas sus tres últimos álbumes. Y “Blue Banisters” lo relacionas con hogar, curación y, sobre la forma básica de la familia electiva, amistad. De la misma forma que la amistad puede curar, ¿su deslealtad puede también llevar a lo contrario, a la enfermedad?

La enfermedad viene dada en sus muy diversas formas. El arte es siempre curación. A veces curación a través del fuego, pero siempre curación. El artista es el último occidental no psicoanalizado precisamente porque vive inmerso en la pura terapia. Así lo veo yo, al menos. Los tres últimos discos de Lana son muy, muy curativos. A la altura en mi mundo mental de, digamos, los buenos de Van Morrison.

¿Es posible aún que el pop, su “arcaico y futurista embrujo”, alcance la notoriedad y prestigio de la considerada “música culta”, más allá de islas históricas, o es una batalla perdida?

Existe la música como movimiento expresivo-curativo-mágico que arranca mucho antes de cualquier catalogación y permanecerá cuando nadie recuerde esos términos. En mi interior dejé de hacer esas distinciones hace tiempo.

¿Te gustaría ponerte en contacto con Lana para que al menos conozca el libro? ¿Cómo crees que se tomaría el ensayo?

Me gustaría ponerme en contacto con Lana para lo que a ella le diese la gana. Y en la América Imaginada todo sucede, ya sabes. Como es un libro atado a la vida misma y raro como la vida misma y plenamente sincero, en su modestia supongo que le encantaría. Quizá ya lo haya leído. Lana está en todas partes. ∎

Lana: el enigma

LUIS BOULLOSA
“Diez maneras de amar a Lana Del Rey. Una investigación pop”
(Liburuak, 2022)

Probablemente cada fan de Lana Del Rey tenga una carta de amor por escribir o, si me apuran, tal vez solo por remitir. Incluso los descreídos que llegamos a ella con cierto desfase, empeñados en que las cosas hermosas tienen que ser extrañas. Pero es que Lana lo es. A su manera, la más concluyente al fin. No está claro si diva o antidiva, tradicional o moderna, voluptuosa o fantasmal, lánguida o mordaz, alucinación o materialidad, si femme fatale o la vecina-camarera del quinto... O todo a la vez. Esa carta de amor Luis Boullosa la ha convertido en un docto ensayo por donde caminan a sus anchas Muddy Waters y Milan Kundera, los hermanos-hermanas Wachowski y Bob Dylan, Susan Sontag y David Lynch, Neil Young y Nabokov y otras muchas ilustres miguitas de pan que guían hacia la tierra prometida de la América Imaginada y los “cuentos sagrados del pop”.

Sostiene Boullosa que su topar con la musa también nació lateral e incluso desde el escepticismo. Y quizá de ahí su posterior sorpresa y dedicación, una dedicación contraria y convexa a la del desertor de viejas batallas y placeres que ya no lo son, porque sencillamente han perdido gran parte de su fuerza inicial. De igual manera se presenta ante el reto del enigma de escribir sobre aquello que aún no se conoce del todo en lugar de reincidir en lo que se conoce de sobra. Que venza la intuición cuando la inquietud aún vive joven ante el constante relevo generacional de la luz y el embrujo del pop y su linaje, “arcaico y futurista” al unísono.

Su ensayo (de amor) nos lleva también a la definición “reflectante” del kitsch y su doble lágrima, como también es dual la sospecha de lo lynchiano (¿quién duda del cariz onírico y algo siniestro de los vídeos de Lana?), para soltar una reflexión final sobre este mundo contracultural donde parece que solo lo salvaje y lo tóxico merezca el elogio, en ese roto un tanto simple donde tan difícil se hace encuadrar (sin cinismo) la artística Coca-Cola de cereza de Lana. Pero ahí está Boullosa, cual trotaconventos, para enseñar a amar a Lana y sus letras impúdicas, los guiños malévolos de sus vídeos y la tristeza eufórica de sus canciones. Y lanzar esos requiebros eruditos a la altura de su figura adictiva y exclusivo imaginario. ∎

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