El tercer libro de Gerardo Cartón (Madrid, 1972) –tras las dos entregas de “Manual del perfecto festivalero”, coescritas junto al aquí prologuista Jorge Obón y publicados en 2015 y 2016– es un híbrido de autobiografía, cuaderno viajero, colección de aforismos, dietario sentimental, crónica urbana, breve ensayo sobre subculturas pop y lista de reproducción. Todo a la vez y en todas partes. Fiel reflejo del carácter proteico y expansivo del autor, que ofrece un trabajo más estructurado de lo que pueda parecer a simple vista. Conviene tener en cuenta este último detalle, porque la determinación es otro rasgo de personalidad que nunca deja de aflorar a lo largo de las casi trescientas páginas –el cuerpo de letra es más bien pequeño: estamos ante un escritor verboso– de “Así se baila el siglo XX”, volumen con el que la editorial Muzikalia sigue ampliando su registro estilístico.
El planteamiento formal de Cartón es atractivo. Se trata de contarnos su vida y algún que otro milagro dedicando cada capítulo del libro a un año, empezando por el de su nacimiento y vinculando el contenido del mismo a una canción publicada en dicho ejercicio. El recorrido empieza arriba del todo con “Starman” (David Bowie) para terminar, alto y claro, con la silente elocuencia de “4.33” (John Cage), poniendo puntos suspensivos al período que media entre 2017 y el presente. Cada uno de los episodios telegrafía el contexto histórico mientras la memoria personal se va abriendo paso, vinculando ambos con la lírica de la canción que sirve de epígrafe al capítulo.
El relato se pone interesante y verdaderamente entretenido cuando se aproxima al ecuador y el protagonista –que ha vivido en primera persona y en primera línea de frente el desarrollo de la industria musical española como músico, currela del sector y ejecutivo discográfico– empieza a describir sus múltiples vivencias profesionales. Porque Gerardo Cartón siempre estuvo allí. Ha sido camarero en garito punkarra, técnico de sonido en orquesta veraniega, músico retro y humorístico en plena eclosión del pop independiente, hábil vendedor de discos al por mayor, entrepreneur indie, DJ de postín, jefazo de distribuidora internacional, animador de festivales en todo el globo, consultor musiquero o promotor de conciertos. Semejante bagaje vital, acumulado en apenas medio siglo de existencia, le permite sazonar el libro con variopinto anecdotario y reflexionar sobre su irrefrenable pasión hacia la cultura pop. La sensación es que un conocedor de esta última como él podría haber profundizado en el asunto tirando de una brocha más fina, porque también encontramos pasajes colindantes con la autoayuda, más de un párrafo sentencioso y algún que otro desliz panegírico. Se intuye que sabe más de lo que ha decidido contarnos aquí. Ojalá se anime a hacerlo en su próximo libro. ∎