Al poco de adentrarnos en la exposición –emplazada en el espacio Sant Pere Mes Alt 19 de la Ciudad Condal– vemos la fotografía de un concierto de Dead Kennedys en la sala californiana The Barn en 1982. En esta se observa a Jello Biafra en una especie de melé compartida con los fervorosos asistentes de las primeras filas. Un instante de energía rabiosa y visceral que desprende sudor, saliva y testosterona y que, de algún modo, captura todas las sensaciones más extremas que se podían experimentar en un concierto punk rock de principios de los 80… y a lo que aspirarían sus aficionados en pleno 2022. La imagen también destaca por la cercanía, la proximidad de los sujetos retratados –alguno mirando a cámara– que no perciben a quien los congela en el tiempo como un intruso.
Glen E. Friedman (Carolina del Norte, 1962) fue ese “uno de los nuestros” que lo vivió de cerca. Su caso es claro ejemplo de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado con la gente adecuada. Mirando sus hojas de contactos se pueden repasar las corrientes musicales que definieron el final de los 70 y las décadas de los 80 y los 90. Un álbum fotográfico de esas bandas y solistas que dominaron su marco temporal, desafiando las estructuras musicales, culturales e industriales del momento. Así lo relata el propio Friedman desde su domicilio en Nueva York: “La mayoría de las personas que retraté en ese tiempo eran mis amigos, solíamos salir juntos. Antes de emprender el trabajo de fotógrafo de conciertos había hecho fotos de ‘skaters’ que conocía de los lugares donde solía moverme. Normalmente esos músicos me conocían de mis días en la ‘SkateBoarder’; esa revista era una clase de biblia para muchos jóvenes a mediados y finales de los 70, cuando muchos de los punks eran también ‘skaters’; compartían actitudes similares. Y cuando empecé a retratar a raperos fue porque ya estaba establecido y estos conocían mi trabajo previo”. Friedman se desmarcó así como un testigo excepcional del fervor juvenil contracultural que acabaría nutriendo y edificando los pilares sonoros de toda una generación.
Ante el objetivo de sus Pentax –tal y como podemos comprobar en la visita a esta exposición– desfilaron las bandas incipientes del punk estadounidense de finales de los 70 y principios de los 80: desde los ya citados Dead Kennedys hasta Black Flag, pasando por Minor Threat, Bad Brains, Suicidal Tendencies o Misfits. Ocurrió lo mismo con la explosión del hip hop que encontró en él a un observador de lujo y a un retratista aventajado, como certifican sus fotogramas de Public Enemy, Beastie Boys, Eric B & Rakim, Run DMC, LL Cool J o Ice-T. Algunos de sus retratos fueron utilizados en las portadas de los discos de estos artistas.
Friedman aún considera Nueva York un buen lugar para tomar la temperatura a las tendencias urbanas. Sin embargo, le preocupa la deriva política de su entorno. Hablamos de un idealista convencido, que desprende humanismo en sus respuestas y en los próximos objetivos fijados para sus retratos: “A la próxima que quiero fotografiar es a Alexandria Ocasio-Cortez, llevo intentando conseguir una sesión con ella desde hace tres años, sin suerte por ahora. Pero ella es una gran inspiración”.
De inspiración trata su trabajo, e inspiración es lo que pretende infundir a todo aquel que se acerque a esta muestra, que itinerará hacia ciudades como Lisboa, París y Ámsterdam –y después a Estados Unidos, Australia y Japón– pasada su fecha de vencimiento en España. Aquellos que no puedan asistir a ninguna de estas citas siempre pueden recurrir a libros publicados por nuestro protagonista como “My Rules” (Autoeditado, 1982), “Fuck You Heroes. Glen E. Friedman Photographs 1976–1991” (Burning Flags Press, 1994), “Fuck You Too. Extras + More Scrapbook” (ConSafos Press, 1996), “The Idealist” (ConSafos Press, 1998), “Dogtown – The Legend Of The Z-Boys” (Burning Flags Press, 2000), “Recognize” (Burning Flags Press, 2005) o “Together Forever” (Rizzoli, 2019). ∎