José Domingo (Zaragoza, 1982) ha reescrito “La Odisea” como un enorme álbum infantil inspirado en los videojuegos, y no es cosa de broma. Para empezar, porque
“Aventuras de un oficinista japonés” es un álbum infantil para adultos, y para continuar, porque se ha entregado al poder asombroso del dibujo. Sin ayuda de ningún texto, Domingo nos cuenta el trayecto de un oficinista japonés que, como en el “Oh My Lord” de Nick Cave, salió un día a dar un paseo, que es
“un error que a veces cometo”, y acabó subiendo a los cielos y bajando a los infiernos, pasando entre medias por todos los rincones del mundo, el exterior y el interior.
Con la minuciosidad de Geof Darrow y la claridad de Max, Domingo impulsa a su personaje en la inercia infinita y cómica de la perspectiva axonométrica. Las claves de esta ópera agnóstica están en el aluvión de la cultura de masas y el arte de consumo, donde el autor rebusca las improbables huellas de un mensaje sublime. Una obra grande, profunda y extrañamente clásica. ∎