Aunque pasó bastante desapercibido, ya pudimos disfrutar del talento de Maxim Ósipov (Moscú, 1963; exiliado desde la reciente invasión de Ucrania) cuando Club Editor publicó en 2016 –en catalán y castellano– “El grito del ave doméstica”, magnífica colección de relatos que nos descubría a un autor meticuloso que con una levedad engañosa nos ponía frente al espejo roto de la sociedad rusa actual. La etiqueta de “nuevo Chéjov” no tardó en aparecer. Y algo de eso hay, aunque el escalpelo de Ósipov, también médico, apunta en direcciones distintas a las del genio de Taganrog. La cotidianidad y ese discurrir del “nunca pasa nada” están ahí, pero sus relatos se abren en direcciones inesperadas y amasan un sibilino sentido del humor que desembocan en una maravillosa y escurridiza extrañeza.
“Piedra, papel, tijera” (2019; Libros del Asteroide, 2022; edición en catalán en Club Editor) reúne diez relatos fechados entre 2011 y 2017, traducidos con esmero por Ricardo San Vicente, diez paradas en un viaje por la Rusia alejada de las grandes urbes que nos permite asistir al día a día de hombres y mujeres en su constante combate por una vida digna en el marco de una sociedad donde la corrupción y el deterioro moral parecen el alimento de cada día.
Funcionarios, políticos, albañiles, maestros, guionistas o médicos deambulan por sus páginas entre los escombros del sueño soviético, siempre buscando una razón para (sobre)vivir y sobreponerse a las frustraciones del día a día.
La empatía con sus personajes y su portentosa capacidad para captar los pequeños detalles le permiten a Ósipov firmar gemas conmovedoras como “Buena gente”, “En el Spree” o “El Complejo” y pequeñas novelas comprimidas como “Cape Cod” y “Un hombre del Renacimiento”, ejemplos de la destreza de un narrador al que hay que saborear con calma, atentos a la precisión de sus frases y a la magia de sus elipsis. Como una red que se va tejiendo página a página, “Piedra, papel, tijera” acaba atrapando con su conjunto de voces y peripecias y nos devuelve una fotografía nítida, finamente irónica, humana y compasiva de un país que parece no saber escapar del hundimiento de su fallido experimento socialista. ∎