La tradición del Weird West o ficciones sobre el legendario Oeste con la adición de elementos fantásticos se remonta a la literatura de Oliver La Farge y Robert E. Howard. Desde entonces ha tenido manifestaciones diversas en los universos del cine, los cómics, la televisión y los videojuegos. Ninguna de ellas ha sido tremendamente popular, pero sí ha tenido el impacto suficiente como para perpetuar la existencia de un híbrido genérico con enorme potencial evocador e imaginativo.
Hablamos al fin y al cabo de un imaginario basado en territorios inexplorados –o, en su defecto, deshabitados– donde confluyen leyendas ancestrales, mitos contemporáneos y los tropos del terror cósmico. “Outer Range” (2022-), serie de Amazon Prime Video ambientada en el presente y protagonizada por Josh Brolin, Imogen Poots y Lili Taylor, aspira a continuar y renovar el legado del Weird West: su creador, Brian Watkins, plantea la aparición en los terrenos de una familia de ganaderos de Wyoming de un agujero circular e insondable, “un desgarro en el tejido del cosmos en el que se solapan el cielo y la Tierra, nuestro mundo y el siguiente, lo acostumbrado y lo desconocido”.
La misteriosa oquedad es el epicentro de todo tipo de extraños fenómenos espacio-temporales, pero funciona además como metáfora sobre el vacío que se cierne sobre un modo de vida en extinción y una familia que, bajo su fachada ortodoxa, oculta numerosas disfunciones emocionales. “Outer Range” puede entenderse en ese sentido como una sofisticación del melodrama tradicional sobre clanes enfrentados entre sí y a otros en el salvaje Oeste, que todavía hoy tiene un gran éxito entre los televidentes, como demuestra “Yellowstone” (Taylor Sheridan y John Linson, 2018-), protagonizada por Kevin Costner.
Costner otorga una pátina de clasicismo a “Yellowstone” que contrasta en “Outer Range” con la ambigüedad aportada al patriarca de la familia Abbott por Josh Brolin, epítome del extrañamiento en el célebre neowéstern de los hermanos Coen “No es país para viejos” (2007). La elección de Brolin es por tanto uno de los mayores aciertos de “Outer Range”, que juega por lo demás a desarrollar con calma, elegancia y guiños a David Lynch y M. Night Shyamalan el argumento apuntado a fin de merecer el estatus de serie de prestigio y la producción de más temporadas.
Hay sin embargo algo en ella que nos hace dudar de que vaya a ser longeva, pese a que su primera temporada haya dejado en el aire una cantidad a todas luces excesiva de interrogantes. Puede que su calma constituya en demasiadas ocasiones un mero pretexto para rellenar minutos y hasta episodios íntegros –el quinto y el sexto– sin que suceda nada relevante. Puede que su elegancia esconda una falta notable de carisma, disimulada a partir del segundo capítulo con la inclusión extemporánea en su banda sonora de canciones populares. Y no le hacen ningún favor las contradicciones en la descripción de los personajes y sus motivaciones, achacables a la presencia de hasta cinco guionistas y cuatro directores –Amy Seitz y Alonso Ruizpalacios entre ellos— para solo ocho episodios.
La consecuencia es que “Outer Range” pasa a formar parte de ese tipo de series que vemos con curiosidad amable pero que, si dejamos de seguirlas por cualquier circunstancia, es dudoso que volvamos a ellas. ∎