Ruben Östlund lleva ya muchos años –desde los tiempos de
“The Guitar Mongoloid” (2004)– riéndose del mundo a sus anchas y considerando a sus congéneres suecos como una panda de hipócritas cobardes que merecen ser torturados psicológicamente todo lo posible.
Sin embargo, más allá de las formas pulidas y estilizadas de su cine, sus películas son mucho mejores cuando se orientan hacia la comedia que cuando buscan ese terror
hanekiano que hoy en día ya se hace intragable.
Y ahí,
“The Square” (2017), sobre todo en su primera parte, funciona: su crítica con hacha afilada, tanto hacia lo ridículo de las instalaciones de arte contemporáneo como a la ruindad del comportamiento humano, da pie a
set pieces hilarantes que hacen que todo el tinglado sea como un “Museo Coconut” a la sueca digno de aplauso. Una pena que al final le dé por ponerse solemne y tienda a lo trágico, convirtiendo lo que en principio prometía ser muy divertido en algo tremendamente agotador. ∎