Libro

Sara Mesa

La familiaAnagrama, 2022

La conflictividad tranquila ha crecido en Sara Mesa (Madrid, 1976) al ritmo en que su obra se abría camino hasta la reconocida “Un amor” (2020). Sabemos, por numerosas entrevistas, de su empeño por escapar de los convencionalismos y las imposiciones sociales que detesta. En “La familia” se adentra en el atolladero de La Institución Por Antonomasia, sacralizada, hasta hace cuatro días intocable.

Para imposición social, la familia. La primera y la mayor: no se elige. Aquí, la familia es “El Proyecto”, “la finalidad última”, el indicador del “progreso social”. A través de ella, Mesa afronta temas recurrentes en sus libros, aunque quizá, reconoce, no de forma voluntaria. Incomprensión, desconcierto, la opresión, la libertad, o mejor dicho, la falta de ella, y los abusos de poder, también presentes.

“Para fundar una familia hace falta que nazca un hijo. Y cuando más hijos haya, más vínculos de sangre, más familia”, escribe. Aquí la forman Padre y Madre, y los hijos: Rosa, Damián, Aquilino y Martina, adoptada. Un Padre autoritario y dogmático de aparente lógica buenista, una Madre conformista y unos hijos que tratan de abrirse camino propio bajo el peso y la marca de sus orígenes. Sus historias a lo largo del libro transcurren sin orden cronológico, en idas y venidas, en saltos temporales. Hay una intimidad real en los textos de Sara Mesa, la de unas vidas inadaptadas al remolque de la infancia y la adolescencia.

La escritora afincada en Sevilla ha explicado que le preocupa la tendencia actual de valorar la calidad de un libro en función de si se empatiza o no con los personajes. Con los suyos puede resultar complicado hacerlo, dibujados con una mirada psicológica profunda, repletos de matices, debilidades, contradicciones, marcados por sus decisiones y en enorme conflictividad. Su talento consigue que los pensamientos e ideas no aminoren, se suavicen o reduzcan en su prosa engañosa, aparentemente simple; ágil, fría y sutil.

Aunque no hay un posicionamiento moral en “La familia”. No hay lecciones, no hay conclusiones. Las circunstancias son las de una familia en particular. Hay neutralidad al servicio de la ficción. Mesa rehúye el debate político, social e identitario que marca la actualidad del momento. Tampoco lo había en “Un amor”, en su espacio rural imaginario de La Escapa, entorno hostil y de habitantes huraños. Un thriller psicológico y no una disgregación enmarcada en la tendencia al retorno rural, en plena discusión ana-iris-simoniana.

Lo que sí se percibe en “La familia” es la constante presencia foucaultiana sobre el poder no solo ejercido desde los grandes mecanismos de coacción regulados, sino también desde una microfísica que abraza todas las formas de relación interpersonal. Y también la idea de que si bien de la familia no se puede escapar, sí existen vías por las que emanciparse. ∎

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