Serie

Silo

Graham Yost(T1, Apple TV+)
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Basada en las exitosas novelas de Hugh Howey, la serie “Silo” (2023-), creada por el canadiense Graham Yost (“Justified”), continúa la tradición de distopías subterráneas inaugurada décadas atrás por la extraordinaria “La jetée” (Chris Marker, 1962). A diferencia de esta, “Silo” no se centra en el tiempo –en “La jetée” se habla de viajeros en el tiempo que tratan de salvar a la humanidad–, sino en el espacio: un miniuniverso comprimido en una torre subterránea de 144 pisos y con 10.000 habitantes que viven sin saber por qué están allí y qué sucede en la superficie, supuestamente contaminada desde hace más de un siglo. La necesidad de superar este desconocimiento, una ignorancia primigenia, provocará las primeras fisuras en el opresivo régimen bajo el que viven los personajes de “Silo”. Así, esta serie, que va más allá del habitual drama posapocalíptico, es también una alegoría sobre el conocimiento que dialoga con el mito de Platón.

Los protagonistas, que se suceden unos a otros a lo largo de los primeros episodios, mueren por querer saber más, ansían conocer la verdadera realidad, lo que hay más allá del silo, fuera de la caverna. Una verdad controlada por el poder judicial, quien hace cumplir las leyes que forman “El Pacto”, normas creadas por los llamados Fundadores, seres míticos del pasado que lucharon contra aquellos que querían salir del silo y que regulan el día a día de la sociedad. A pesar de que existe un alcalde y un sheriff, será este poder quien controle y vigile a los habitantes, teniendo como misión alejarlos del verdadero conocimiento.

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Se trata en definitiva de una sociedad jerárquica, sin libertad, dividida también según los oficios, con un severo control de natalidad y donde se recicla hasta el más mínimo objeto (otra forma de control), ya que la supervivencia del conjunto depende de los escasos materiales que se reutilizan una y otra vez. Los 144 pisos están comunicados por escaleras en forma de espiral, una torre invertida que no deja de remitir también al infierno de Dante; recordemos: en forma de embudo subterráneo y subdividido en círculos y espirales. En el caso del silo, en su base en lugar de estar Lucifer hay un enorme motor que da energía a cada nivel, una especie de bestia a la que se teme y que hay que arreglar/aplacar constantemente –una referencia al filme “Metrópolis” (Fritz Lang, 1927), otro mundo bajo tierra– por miedo a que descargue su furia y todo explote. Será justamente una de las encargadas de mantener con vida a este Moloch mecánico, Juliette, la que se convierta en el nuevo sheriff. Una ingeniera rebelde, terca e implacable en su búsqueda de la verdad, oculta por tantas capas como niveles hay en el silo.

A pesar de que en ocasiones se pierda en algunas tramas secundarias, “Silo” es una serie sólida que plantea temas relevantes: cómo una sociedad que ignora su propio pasado, sin historia, en la que están prohibidos los libros o cualquier objeto antiguo –llamados reliquias– es una sociedad asfixiada, moribunda, sin capacidad de reflexión. Una vida gris marcada por la acertada estética de la serie –“estética de hormigón”, digamos, sin colores, sin aire–, que habla de un pueblo que se mantiene idéntico en su mediocridad, por siempre. Solo el saber dejará que entre algo de luz en esa vida vertical. ∎

La verdad única que esconde mentiras y misterios.
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