En su trabajo más accesible hasta la fecha, Astrid Sonne completa su transformación de música de vanguardia a cantautora confesional. No significa eso que se haya vuelto más tradicional, ni mucho menos, ni que se la pueda adscribir al sentido más habitual del término. Sí, canta sus propias canciones y digamos que lo hace utilizando la música pop como vehículo de expresión. Pero su sonido está lleno de recovecos inesperados y el “menos es más” se impone como política sonora fundamental.
Tras un brevísimo preludio de flauta y viola, su instrumento fundamental, la danesa da paso a la primera canción propiamente dicha, “Do You Wanna”: se trata de una meditación sobre la posibilidad de la maternidad de pregunta cerrada: “Do you wanna have a baby?”. La respuesta es tan directa como ambivalente: “I don’t know”. Si en anteriores trabajos la voz no pasaba de ser una capa más de sonido, aquí pasa al primer plano, creando de inmediato un nuevo tipo de conexión autora-oyente. Resulta más fácil ahora empatizar con las canciones. “Give My All” presenta una cascada de arreglos (voces angelicales sampleadas, interludios de piano, ritmos sintéticos…) que dotan al conjunto de un espíritu radicalmente contemporáneo que se mueve en el punto justo de experimentación. Es interesante sin llegar a ser demasiado.
En “Almost”, las violas –tocadas con la mano, sampleadas– toman el protagonismo. Mientras que la instrumental “Boost” sirve como puente o nexo entre la Sonne del pasado y la actual. Cada corte del LP habita su propio universo, sin que se pierda la coherencia y creando un conjunto subyugante. En ese sentido, “Everything Is Unreal” podría ser la pieza central del disco: la economía de palabras de Astrid (que ha manifestado en varias entrevistas su dificultad para escribir letras) llega aquí al paroxismo. Cada frase articulada parece una lucha, mientras que violas, pianos y otros sonidos inquietantes crean una atmósfera surrealista y onírica –onírica de pesadilla, más que de sueño plácido–.
El arpegiador de “Staying Here”, los sintetizadores y la letra suponen una luz al final del túnel: “Everything is unreal / But I’m not going anywhere / Stayin’ here with you”. Un halo de optimismo en un trabajo que no presenta un mundo demasiado amable. Al menos queda la ternura como arma de combate frente al cinismo. “Overture” es otro corto interludio instrumental, esta vez creado junto al saxofonista británico Ben Vince. Un breve respiro antes de “Say You Love Me”, pieza de despedida construida con un piano y cuerdas casi soul y la voz de Sonne en su registro más sedoso, casi parece Sade por momentos. Es la canción más groovy de la colección –es un decir– y podría suponer una nueva puerta para el futuro. Lo que está claro es que ya es una artista con voz propia y personalidad desbordante con un largo camino por recorrer en la música. Que así sea. ∎