La primera canción de “GOLLIWOG”, noveno álbum en solitario –vigesimotercero en total si contamos sus trabajos con Kenny Segal, con Elucid como Armand Hammer, con The Reavers o con Messiah Musik o Moor Mother; casi nada– del que puede ser el rapero alternativo más sólido de los últimos veinte años, billy woods, tiene un poco todo lo que el disco contiene, y lo ha confesado él mismo: arrancando sobre un inquietante sample sacado del videojuego “Five Nights At Freddy’s”, “Jumpscare” despliega una bomba horrorcore con producción experimental, intensidad terrorífica –gritos, aullidos, herramientas quirúrgicas–, pulso alucinado, menciones afrofuturistas y reflexiones constantes sobre la violencia, la dominación colonial, la esclavitud, el racismo, el imperialismo, el peso de la historia y la forma en la que él puede subvertir el inglés, un lenguaje de la dominación, para comprometerse con su mensaje. “STAR87”, después, le sigue la pista amplificando aún más la sensación opresiva que este nuevo trabajo pretende transmitir, entre reflexiones político-económicas sobre la situación actual de Zimbabue –país de origen del padre de woods– o la violencia machista y shout outs a MF DOOM, Antipop Consortium o Company Flow, liderados por El-P. Y en el otro extremo, “BLK ZMBY” samplea a Yoweri Museveni, dictador en la presidencia de Uganda desde 1986, para exponer la situación de África, la corrupción de los gobiernos y el intervencionismo bilateral de EEUU y China, trazando paralelismos con las guerras por la especia entre las casas Atreides y Harkonnen en “Dune” sobre samples arábigos, enjambres de moscas y bombos que parecen levantarse de la arena.
Las cosas, en cualquier caso, van a ponerse aún más oscuras en este “GOLLIWOG” que parece negativizar la realidad ideal estadounidense hasta revelar la pesadilla que es en realidad. El sample de una mujer llorando persigue como un fantasma toda la instrumental de “Waterproof Mascara”, ya fantasmagórica de por sí, tensionada y siniestra, mientras woods habla de abuso doméstico hasta que entran golpes sobre un fragmento de la película de terror psicológico de culto de Kiyoshi Kurosawa “Cure” (1997). “All These Worlds Are Yours” dibuja un futuro ciberpunk posapocalíptico, pero también elabora junto a Elucid sobre las bases del afrofuturismo encima de una de las bases más electrónicas y noise del álbum, a cargo de DJ Haram y con detalles de Shabaka. En “Corinthians”, un helicóptero sobrevuela el diseño sonoro suspensivo y operacional, black-ops musicales, de El-P antes de que woods haga referencia explícita al genocidio en Gaza: “Doce mil millones de dólares sobrevolando la Franja de Gaza / No quieres saber cuánto cuesta la vida / Cuánto cuesta esconderse tras los párpados / Cuando les das la espalda, los caníbales se relamen en secreto”.
La sensación turbadora y apocalíptica flota incluso sobre las producciones más jazz y cannábicas de su última etapa gracias a la producción de Kenny Segal, como “Misery”, pero sobre todo en una “Pitchfork & Halos” diseñada para hacer explotar los subwoofers. O en una psicodelia pegajosa y gomosa que casi se puede tocar en “Counterclockwise” de la mano de otro de sus sospechosos habituales, The Alchemist. “A Doll Fulla Pins”, que arranca con un saxo nocturno y sexual y gracias a la sección R&B de Yolanda Watson podría considerarse lo más parecido a una canción convencional en “GOLLIWOG”, termina conducida hacia un delirio de free jazz en brazos de noises y unos subgraves densísimos, y una paleta semejante se aprecia en la incendiaria “Golgotha”, que incluye fragmentos en georgiano sobre Ali, un demonio primordial femenino asociado con Lilith. El detalle con el que woods construye su storytelling sigue mejorando en “GOLLIWOG”, y quizá llega a sublimarse en “BLK XMAS”, donde tanto él como un brillante Bruiser Wolf que arranca casi con tono televisivo narran las peripecias de unos chavales para sobrevivir en la calle a una vida de pobreza, violencia y peligros. “Maquiladoras”, por su parte, parece una lectura dramatizada pasada por la radio de la experiencia negra en EEUU, otra vez pobreza, supervivencia, racismo, violencia policial.
El tramo final, tras tanta pesadilla, entra en una especie de oscura y reflexiva intimidad. La joie de vivre emerge en “Make No Mistake”, donde woods se atreve a cantar por primera vez algo parecido a un estribillo, y “Born Alone”, producida por Kenny Segal, funciona completamente como un homenaje sincero a MF DOOM entre dos colegas. “Lead Pain Test” tira de scratches y melancólicos loops de trompeta para dar, junto a Elucid y Cavalier, con uno de los raps más formalmente clásicos del trabajo, una profunda y bonita exposición de los fantasmas domésticos y cómo la idea de hogar carga con toda la esencia de lo que somos y de lo que construimos, para bien y para mal. Y “Dislocated” se va alucinando en un off-beat mientras las voces de Elucid y woods se turnan en un emocionante crescendo ante un cuarteto de cuerdas. Si el rap sigue significando algo hoy que todo está tan pervertido, si puede hablarle a la razón y al corazón deshojando las posibilidades que le da el lenguaje para construir poesía, belleza u horror, la respuesta la da fácil billy woods. Y “GOLLIWOG” es seguramente la cima de una madurez espectacular que empezó en 2019 y cristalizó definitivamente con la pandemia, pero también una especie de culminación conceptual de un viaje por los confines del rap que empezó hace ya más de veinte años. Larga vida a billy woods. ∎