Álbum

Brad Mehldau

Ride Into The SunNonesuch-Warner, 2025

En su incesante proceso de reinvención y de entender la música como un todo, después de haber hecho una personal revisión de The Beatles, de regresar al cuarteto de Joshua Redman, de dialogar entre la música clásica y contemporánea a través de Bach y Fauré, o de ahondar en los lieder operísticos junto a Ian Bostridge, todo esto solo en los tres últimos años, Brad Mehldau se lanza a un disco de homenaje a Elliott Smith (1969-2003) que es mucho más que eso. Y logra una de las mejores y más emocionantes obras de su carrera.

Mehldau no se limita a crear sus propias versiones pianísticas de algunas canciones de Smith. Como demostró en su primer libro de memorias, “Un canon personal” (2023), es un sagaz analista de la música, y de los comportamientos humanos que la condicionan. Así, en el libreto interior de “Ride Into The Sun”, reflexiona sobre la personalidad y la obra del malogrado cantautor estadounidense, con quien colaboró en más de una ocasión. Mehldau se identifica con Smith entre otras cosas porque también pasó por una depresión fuerte. Pero cree que no se debe considerar la depresión como “algo malo versus algo bueno”, sino “algo que algunos llevamos con nosotros”. En el caso de Elliott esa oscuridad lo llevó a crear música sublime, en su legado se puede escuchar el amor y la oscuridad combinados, concluye Mehldau.

De esas reflexiones parte un álbum que incluye una decena de composiciones de Smith, pero también nuevas piezas de Mehldau que surgen como diálogo o continuación a temas del homenajeado, como Sweet Adeline Fantasy y Somebody Cares, Somebody Understands. Y, más sorprendente, pero perfectamente encajadas, una versión de Thirteen de Big Star, porque le gustaba mucho a Smith, pero que Mehldau lleva de forma visionaria al terreno sonoro de George Winston, uno de los pianistas que admiró en su juventud según contaba en su autobiografía; y un tema de Nick Drake, otro “visionario depresivo” al que ya ha versioneado en numerosas ocasiones, esta vez con la instrumental Sunday. Todo cobra sentido en las manos y la sensibilidad audaz y visionaria de Mehldau.

El gran pianista de este siglo continúa sacando oro de la más sencilla melodía pop, rock o folk, y Better Be Quiet Now, Everything Means Nothing To Me (esplendorosa minisinfonía con toques de progresivo) o Between The Bars elevan a la máxima potencia el carácter “curativo” que dice que tienen las canciones de Elliott Smith. Aplicando la melodía básica a la mágica forma de combinar sus dos manos, y ganando en profundidad y belleza con el acompañamiento del contrabajo de John Davis o Felix Moseholm y la batería de Matt Chamberlain, además de un sensacional trabajo orquestal en buena parte del álbum.

Solo en tres ocasiones Mehldau escoge mantener el formato vocal, con Daniel Rossen (Grizzly Bear) como protagonista en Tomorrow, Tomorrow y Everybody Cares, Everybody Understands, y con el mandolinista y cantante Chris Thile, quien ya grabó un disco a medias con Mehldau, en Colorbars. Las dos partes del tema que da título al álbum, compuesto por Mehldau, ahondan en esa expresión de decaimiento e inquietud, de belleza curativa, de luminosidad también, en un encuentro esplendoroso del carácter musical y vital de dos enormes artistas que encuentran en su dolor un bálsamo de belleza y comprensión para los demás. ∎

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