Álbum

Burro

BurroRepetidor, 2023

A los que llevamos años tras las aventuras musicales de Conrado Isasa en su proyecto de guitarra primitiva americana –esa suerte de folk minimalista que sigue los dictados musicales de John Fahey–, el nacimiento de un nuevo grupo suyo llamó nuestra atención desde el primer momento. La otra pata de la banda en cuestión es Beatriz Montiel, responsable de Trice, proyecto también de inspiración intimista y acústica. Su unión, pues, parecía lógica; todo indicaba que se iban a entender, y así ha sido. Los dos artistas han sabido combinar de manera perfecta sus universos creativos, y esto es básicamente lo que han plasmado en este su primer disco bajo el nombre de Burro.

Siete canciones en treinta minutos grabadas por Javi Vicente aka Carasueño. En ellas el aire, el espacio entre notas, es tan importante como las palabras y los sonidos. Si antes a Isasa se le asociaba continuamente con el guitarrista estadounidense Glenn Jones, Burro tienen que ver más con el espíritu (aunque no en las formas, aquí más contenidas) de Cul de Sac, el grupo de música experimental (alguna vez se les catalogó como post-rock) con el que muchos lo conocimos. En Burro conviven el formato canción con los modos experimentales de manera natural.

En mis momentos favoritos del disco, el dúo llega a recordarme a Gastr del Sol, la colaboración que durante varios años de la década de los noventa unió a dos grandes músicos como David Grubbs y Jim O’Rourke. Ellos llevaron las posibilidades de la acústica pop y la guitarra a otro nivel. Hablo de pasajes musicales como los creados con los arpegios de “Tu nombre” o los momentos de semiimprovisación en la parte final de “Burro”, la versión de Lorena Álvarez que ha terminado dando nombre al grupo y a la que ellos despojan de la percusión del original para añadir matices más oscuros. Hablando de versiones, también hay otra del músico canario Fajardo (Esto” ), otro artista muy cercano a la estética de los madrileños.

Burro es folk, es pop íntimo, es algo muy personal. Aquí hay dos personas armadas con sus guitarras acústicas. Una canta y toca, el otro acompaña con toneladas de la personalidad que emana de sus seis cuerdas. Y además están los sonidos, el eco de las estancias donde se ha creado. Se nota que es un trabajo nacido del cariño y de la admiración mutua entre los implicados (aquí incluyo a Carasueño: su forma de capturar los ambientes creados por los dos músicos es parte fundamental e indisoluble del resultado sonoro final). No es música para las masas. Son canciones que te pueden llevar a lugares, que crean espacios sonoros lejos del mundanal ruido, sin necesidad de pedales de efectos ni sonidos artificiales. Burro han creado un universo propio con retales de poesía de lo cotidiano y guitarras de seda y miel. ∎

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