En el noble arte de la versión, Chan Marshall hace años que se licenció cum laude, tanto en directo como en estudio. En su carrera como Cat Power, la de Georgia ya atesora tres álbumes dedicados a reinterpretar temas ajenos: en “The Covers Record” (2000) se sumergió en canciones de The Rolling Stones, Moby Grape, The Velvet Underground, Bob Dylan y Michael Hurley, entre otros. Ocho años después, “Jukebox” (2008) le sirvió para remodelar composiciones de Hank Williams, Janis Joplin, Joni Mitchell, James Brown, Billie Holliday y, de nuevo, Dylan (y en los extras de las diferentes versiones del álbum, también recurrió a Patsy Cline, Nick Cave o Creedence Clearwater Revival). “Covers”, del año pasado, se fijó en los pentagramas de Frank Ocean, Lana Del Rey, The Pogues, Bob Seger, Nico, Iggy Pop o The Replacements. Y ahora, rizando el rizo, nos ofrece el reto de reproducir, canción a canción, uno de los momentos sagrados del panteón del rock: el concierto ofrecido por Bob Dylan el 17 de mayo de 1966 en el Free Trade Hall de Mánchester, durante años en circulación pirata y registrado presuntamente en Londres, en el Royal Albert Hall. El recital donde le gritaron “¡Judas!”, sí, por su reconversión en trovador eléctrico (con The Hawks, luego The Band, como grupo de acompañamiento). El entuerto se arregló “oficialmente” en 1998, cuando se editó el volumen 4 de “The Bootleg Series”, con lo de Royal Albert Hall entrecomillado en portada.
En noviembre de 2022 le llegó a Marshall la propuesta de bolo en la sala de South Kensington (sábado, día 5) y en su mente se le encendió una luz: sobre tan sacrosanto escenario, inaugurado en 1871, recrearía de pe a pa el show de Dylan. Sin miedo a perderse entre las páginas de uno de los directos que conservan en ámbar un pálpito creativo que no se ha oxidado con el paso del tiempo.
Como en el concierto original, de hora y media de duración, la primera parte de la actuación es en formato acústico: guitarra y armónica en siete canciones que abren la veda con “She Belongs To Me” y la finiquitan con “Mr. Tambourine Man”. Y desde el primer momento, desde que Cat Power abre la boca, asistimos a un ejercicio de apasionante vampirización artística que, lejos de buscar la transgresión, opta por el respeto y la interiorización y que en la voz de la firmante de “The Greatest” (2006) nos permite ahondar en nuevos matices de unas canciones que forman parte indiscutible de canon de la música popular. Hay un abismo entre la voz de Dylan (nerviosa, ruda, poseída) y la de Marshall (sedosa, aérea, dolorida) y por eso los versos pueden adquirir nuevas resonancias (por no hablar del hecho de que ahora están cantadas desde el yo de una mujer). Ejemplos contundentes: “It’s All Over Now, Baby Blue” y, especialmente, “Just Like A Woman”, esta última de una vulnerabilidad y delicadeza estratosférica (aunque no es la primera vez que artistas femeninas hacen suyas estrofas como “Sí, lo hace, hace el amor como una mujer / Sí, lo hace y le duele como una mujer / Pero ella se rompe como una niña pequeña”: rastreen, por ejemplo, covers de Roberta Flack, Stevie Nicks, Charlotte Gainsbourg, Norah Jones y, last but no least, Nina Simone).
En la segunda parte, la eléctrica, los Hawks de Marhsall son Aaron Embry (piano, armónica), Arsun Sorrenti (guitarra eléctrica), Erik Paparozzi (bajo), Henry Munson (guitarra eléctrica y acústica), Jordan Summers (Hammond) y Josh Adams (batería). Juntos, se emborrachan con los enchufes perfectamente ajustados y dan nueva vida a “Tell Me, Momma”, “I Don’t Believe You (She Acts Like We Never Have Met)” –elevación absoluta–, “Baby, Let Me Follow You Down”, “Just Like Tom Tumb’s Blues”, “Leopard-Skin Pill-Box Hat” –blues mercurial, entonces (“Blonde On Blonde”, 1966) y ahora–, “One Of Two Many Mornings” y “Ballad Of A Thin Man” –y, sí, al inicio alguien le grita “¡Judas!” y Marshall responde con un escueto “Jesús”–. La función se cierra con un luminoso “Like A Rolling Stone”: el manoseo y el paso de los años no han conseguido alterar el ADN de una de las canciones más asombrosas de todos los tiempos. ¿“No direction home”? Cat Power parece haber encontrado un hogar, el suyo (al menos momentáneamente) en esta formidable reconstrucción sonora, un acto de verdadero amor, autoconocimiento y valentía. ∎