Dentro de la riquísima, e imparable, escena pop chilena que se viene cocinando de unos años para acá, Chicarica es uno de los grupos que están dando muestras de un potencial a tener realmente en cuenta. Tan interesante cuarteto de investigadores de la heterodoxia slowpop parte de un enfoque cuyas señas de identidad brotan de una máxima: la conjugación policromática de ritmos y falanges electrónicas cuajadas a velocidades que acaban por perder toda noción de avance en línea recta.
Para llegar a tan hipnótica fórmula final, Chicarica han ido quemando fases lentamente, desde que, en 2015, publicaran sus primeras muestras oficiales discográficas, orientadas por metodologías pop que jugaban con la psicodelia y cierto deje tropicalista; eso sí, a años luz de la profunda inmersión tridimensional con la que han afrontado su primer larga duración, fruto de un proceso continuo de aprendizaje y autodescubrimiento para el cual han necesitado seis años de pequeñas y continuas metamorfosis.
Visto el refrescante resultado final, desde luego, la espera ha merecido la pena. Y mucho. No hay más que dejarse llevar por “no pide rescate” o “diamantes”, donde resuenan ecos de la atmósfera andina que impregna la tesis electrónica de Chancha Via Circuito, aunque integrados dentro de un sutil y complejo entramado sensorial plagado de vaporosas y excitantes texturas.
Como ellos mismos expresan a la hora de catalogar su trabajo, la ampliación del espacio, a distintos niveles, es la clave para poder jugar con toda clase de sensaciones y ritmos descorporizados.
Ya sea por medio de mínimos brotes dancehall o en el neblinoso reguetón calibrado en “hermoso final”, alimentan toda clase de variables rítmicas, como en la mezcla de afilados pellizcos de guitarra eléctrica con ligeras brisas drum’n’bass de “ay tentación”, o en el diáfano trasfondo deep house que inoculan a lo largo de “piensa en mí”.
Sea cual sea la mezcla planteada, el tono neutro de la voz de Lorena Pulgar marca las constantes bucólicas que siembran el mood global. Y que profundiza en un ADN que descubre más y más detalles a cada nueva escucha, gracias a su rebosante brainstorming de soluciones creativas en brumosa caligrafía 2.0. ∎