Se agotó el invierno, pero el sol de primavera todavía no calienta con suficiencia. De la ventana del edificio de enfrente llega una soledad amiga. Una singularidad melódica, un hilo de voz que concede sosiego. Al instante, la etérea voz de
Clara Mann impacta desde el primer acorde de
“It Only Hurts” –
“Just the sun above me and my keys and my car”–, que es la canción de apertura de
“Rift”, en cuya portada la intérprete, que mira a lo lejos, dentro de un automóvil, se desplazará lentamente por las carreteras secundarias de los sentidos y las percepciones.
“Doubled Over” es una delicada pieza, no exenta de desaliento, en que un amante se debate entre la autonomía y la reanudación de una relación. Mann concita el interés del oyente.
Las letras de la vocalista suponen un hogar. Más la inestimable ayuda de una voz y una guitarra acústica para contar historias sencillas y perennes. Nueve temas después, el disco cierra con
“Dreams”, que conduce a una soledad asumida, sin dolor, ni excusas recurrentes. La producción austera enaltece sus composiciones. Se podría decir que la cantante se dirige allí donde sopla el viento.
En 2021, cuando presentó un primer EP, “Consolations”, expuso lo siguiente:
“I’m Clara, and I make lofi alt-folk music in and around Bristol”. También es cierto que creció en el sur de Francia, circunstancia que llena de colores su imaginario. Admite ser una persona muy visual. Esa parte del país vecino está repleta de paisajes impresionistas. De puntos, brochazos, pigmentos, líneas y tonalidades que han cautivado a pintores, cineastas, literatos y fotógrafos. En su caso, dibuja canciones. Esa impronta pictórica confiere al repertorio de Mann un carácter especial.
Luego, llegó el segundo EP, “Stay Open” (2022). La forma de contar historias y el sentido de las melodías de Édith Piaf y del compositor belga francófono Jacques Brel son una influencia poderosa para la joven británica. En ese sentido, la cantante ha avanzado en su forma de expresarse en esta colección de baladas
folkies. En sus letras, anida una realidad cotidiana con tintes abstractos que puede remitir a Tom Waits, aunque la manera de mostrarse de la vocalista sea diferente. También hace piezas confesionales, caso de
“Stadium”, acompañada al piano.
En “Rift” parece elegir los escenarios, mientras subordina a los personajes. Diríase que escoge antes los paisajes que la acción. Retrata suburbios aletargados, carreteras caladas de lluvia, cielos vacíos o amaneceres escarlatas antes que individuos. Para ello se posiciona como narradora. En
“Driving Home The Long Way” explora el pasado a través de un viaje en coche.
Las fisuras de la británica son reales, no figuradas. En este más que notable álbum de debut, Clara Mann identifica las grietas, las hendiduras emocionales bajo un cielo crepuscular. La reconfortante soledad de la poesía tiene una nueva integrante. ∎