Disco destacado

feeo

GoodnessAD 93, 2025

En cierto sentido el EP “run over”, publicado a principios de 2024, más o menos a la vez que “Shrine”, apuntaba ya hacia una cierta disolución de la británica Theodora Louise Ina Laird, feeo, hacia brumas más minimalistas y electrónicas. La presencia nuclear de su voz, principal fuerza gravitatoria de lo que era un R&B contemporáneo con trazas de experimentación björkiana y tonos arty, empezaba a replegarse en favor de la textura y de un enfoque mucho más áspero y desnudo que, ahora sí, conectaba más con el ambient pop. Cuando su voz aparece por primera vez en “Goodness”, en “The Mountain”, lo hace retenida siempre por la gravedad monótona de un modular en loop, y en lugar de ir imponiéndose va quedando más y más sepultada por una amenaza noise que no deja de intensificarse hasta convertirse solo en un ruido blanco.

Esta es en general la tónica del –sorprendente, impactante, espeluznante, emocionante– primer trabajo largo de la artista británica: dejar de buscar la belleza y que esta se revele sola entre un mar de ruido, desesperación y oscuridad; abrazar aún más el minimalismo, casi un vapor descompositivo, y rendir su voz a la posición de habitante, de elemento. La bruma, sin embargo, engaña: aunque en muchos sentidos “Goodness” pueda leerse como un disco noise, que se preocupa por el impacto de las texturas y por expresar a través de ruidos e incomodidades sonoras, y aunque emplee los recursos del dark ambient para mantener cierto oscurantismo y solemnidad y para evocar lugares y espacios mentales, realmente este es un trabajo casi de cantautora, con simulacros folk y un peso central de la voz en la sugestión de emociones a través de sutiles melodías que habitan, a su modo, los ambientes construidos.

En este sentido resulta reveladora una pieza de ambient entre lo urbano y lo cotidiano –entre Burial y claire rousay– como “The Last Great Storm”, pero más aún las dos piezas que sirven como pilares del álbum, “Win!” y “Here”: la primera es una abstracción de trip hop tenebroso que infusiona a Grouper en el mercurio sólido de los Portishead de “Third” (2008), y tanto Beth Gibbons como Liz Harris se encuentran con Björk en la segunda entre atmósferas doom folk, mientras la voz de Theodora se quiebra en las notas más altas, como si pesara y tendiera siempre a precipitarse contra el suelo, contra la cruda realidad de un Londres cada vez más inhabitable. Lo oscuro, lo ominoso y lo angustioso son un evidente hilo conductor, y así lo expresan “Days pt. 1” y “Days pt. 2” a lo largo del disco, dos temas de corte recitativo en los que el actor Trevor Laird –padre de Theodora– contrasta los extremos de la injusticia social, en una reflexión existencialista sobre la “meritocracia” que permite lecturas diversas viniendo de una artista con los nombres de sus padres pintados de azul en la Wikipedia: en el primero, que abre además el disco, la voz profunda de Trevor habla de aquellos que sufren sin merecerlo sobre drones asfixiantes –“Awful things happen everyday to people who don’t deserve it”–, y en el segundo transpone el mensaje para referirse a las cosas buenas que le suceden a los que no lo merecen en un océano de bombos techno ahogados.

Misterio y belleza.
Misterio y belleza.

Esta vinculación con la poesía “industrial” y el spoken word de herencia negra y post-dub se percibe también en “The Hammer Strikes The Bell”, casi una improvisación sumergida en una especie de nebulosa jazzy completamente deconstruida y sostenida por un drone apenas oscilante que podría conectar perfectamente con lo que hacen Moin. Laird, a la que es difícil encajar en una escena actual londinense cada vez más atomizada –no está expresamente en los círculos arty de Dean Blunt o Mica Levi, por ejemplo, aunque sí se la pueda situar en ese entorno–, realmente viene más del mundo del arte performativo, de la poesía, de la improvisación sonora, y ese espíritu también se hace presente a través de todo “Goodness” de una manera u otra. Los dos principales colaboradores de este álbum que llega en el sello underground de moda en la ciudad –AD 93– la relacionan de hecho con la parte más improvisatoria y performativa del Café OTO y con el Avalon Cafe y el sello GRAIN: Caius Williams (guitarra, bajo y trombón), por un lado, ya había compartido con Theodora el proyecto “Crosspiece”, y su colaboración recuerda en cierto sentido a la de Joanna Robertson y Oliver Coates en “Blurrr” –otro gran trabajo lanzado este año por AD 93, casa también de Moin–; por otro, Theo Guttenplan, percusionista que la acompaña normalmente en directo y que ha aportado aquí baterías.

Y aunque la idea de réquiem por una sociedad quizá ya perdida del todo sobrevuele todo “Goodness”, tampoco hay que olvidar que el disco se llama “bondad”, y que en ese trabajo colectivo y de cooperación, igual que sucede en la portada, hay pese a todo esperanza, un destello de luz: después de difuminarse del todo en el terrorífico ruido de la estática, Laird despliega verdaderamente su voz por primera vez en el cierre que supone “There Is No I” abrazada tan solo por una slide guitar que alucina y se desafina. Ya no hay ego, y la realidad es más nítida en la corriente de un inconsciente colectivo que, de alguna forma, nos sublima. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados