En el currículum más o menos reciente de Föllakzoid destaca su colaboración junto a Jason Spaceman (Spiritualized) en el EP “London Sessions” (2017), o su actuación del año pasado en el Primavera Sound de Santiago de Chile. Se les suele asociar con nombres como Neu!, Ash Ra Temple y Popol Vuh. Pero el krautrock más clásico del álbum de debut de los chilenos –“Föllakzoid” (2009)– se ha visto simplificado con los años hasta desembocar en “V”, efectivamente, su quinto disco largo. Aún resiste el ritmo motorik, pero su intensa propuesta ha derivado en un techno compatible con el baile, de clara tendencia trance, si bien basado en texturas en absoluto maquineras. Hay también algo de esotérico en esta música pulsante que se nutre necesariamente de bucles, repeticiones y drone, recordando al techno progresivo con exotismos de inducción chamánica de los holandeses Psychic Warriors Of Gaia o algunas versiones extendidas de los más inofensivos Underworld.
Con todos estos antecedentes, Föllakzoid entregan su cuarto álbum para Sacred Bones, donde ficharon en 2011 con un primer EP, también homónimo. En este nuevo capítulo han participado Domingæ Huidrobo –la performativa lideresa del proyecto, actualmente residente en México City–, el percusionista Matías Acuña o el inclasificable Atom™ en la producción. Uwe Schmidt alias Señor Coconut –quien no en vano vive afincado en Santiago de Chile– ha estado presente en los créditos de Föllakzoid al menos desde “III” (2015), pero esta vez su aportación ha diferido de las anteriores. Tras las sesiones de grabación, de las que estuvo ausente, el alemán accedió a setenta fragmentos, registrados cada uno de ellos en una sola toma, que reorganizó en cuatro largas secuencias, ninguna de las cuales baja de los diez minutos de duración. Los canarios GAF y La Estrella de la Muerte han trabajado hace poco en un contexto similar, aunque su flamante “Pyramids” (2023) encaja más en los antiguos esquemas del space rock que “V”.
La música de “V” tiene el antecedente inmediato de “I” (2019), y este, el de “III”. Siendo trabajos similares, su evolución es patente, y el resultado, cada vez más minimalista en su invocación de crescendos hipnóticos, entre lo cibernético y algo más antropológico-ritualista. La voz, se supone que de Huidrobo, se hace presente –aunque no sepamos qué nos cuenta– especialmente en el segundo y cuarto cortes, pero “V” es básicamente un álbum instrumental. Ritmos y detalles fluyen y cambian, un poco a lo Plastikman, endureciéndose pero dejando espacio al plano más ambiental. Esto hace que la atención no quede saturada. Echándole imaginación, también se percibe una seudonarrativa vagamente fílmica, un poco al estilo de Craig Leon y su folk interplanetario, pero curiosamente sin relato extramusical. El oscuro embrujo de “V” tampoco es industrial, sino atmosférico y tribal, y su psicodelia respira trascendencia sin ese componente textual –como las arengas mesiánicas de Genesis P. Orridge y sus Psychic TV3, los más tecnificados o menos patilleros–. Föllakzoid se erigen así en líderes de la electrónica psicodélica chilena –y más allá– con su mejor disco. Ideal para planear sobre el desierto de Atacama, si es que un día surge la ocasión. ∎