En septiembre del año pasado,
Grimes revelaba en un perfil del ‘The New York Times’ su decisión de tirar a la papelera una prevista secuela de
“Visions” (2012), el disco que la convirtió en fenómeno pop alternativo con posibilidades de dar el salto a algo mayor. Claire Boucher se hallaba en una difícil tesitura: parecía querer renovar el
mainstream, pero sus fans hardcore no le perdonarían, quizá, pasarse de
glossy. Se elucubró con que la mala respuesta al single bro-step “Go” –rechazado por Rihanna– tenía parte de culpa en el borrón y cuenta nueva, pero, según ella, había otro motivo: aquella obra era demasiado amargada para pasar el tiempo girando con ella.
Con
“Art Angels”, Grimes ha querido, de momento, quedarse en el punto intermedio en que convergen la rareza y la pegajosidad pop implacable, algo que agradará a sus fans. Y ha grabado su disco más heroico, directo y épico, quizá el que ella necesitaba después de unos años lidiando con esa máquina de controversia –tanta de ella absurda– llamada internet, el planeta que, por otro lado, la ayudó a nutrirse como artista y a ser quien es.
Ella describe el álbum como “fantasía”, en contraste con “Visions”, que era “ciencia ficción”, pero, en realidad, cada corte del largo pertenece casi a un género distinto. Lo que los cohesiona es el empuje imaginativo de Boucher, el ya esperable
reverb vocal y la adicción al giro: tres elementos que complicarán la aparición de estos temas en la radiofórmula.
Con lo bello que sería un mundo real que premiara a una artista capaz –ella sola, como compositora, productora e incluso ingeniera de sonido– de conjugar con brillantez el frenesí punk-pop con las reverberaciones shoegazing (
“Flesh Without Blood”). O crear un himno prepartido masivo y alienígena al unísono (
“Kill V. Maim”). O ceder el protagonismo a una rapera taiwanesa (enorme Aristophanes) mientras ella provee gritos al fondo (
“Scream”). O dar el mejor argumento posible, escurridizo e intenso, a favor de la “gentrificación” del R&B (
“Venus Fly”,
featuring Janelle Monáe). O defender, en general, la posibilidad de un pop inclusivo a la vez que único (
“World Princess Part II”, “REALiTi”, “Butterfly”: podrían ser
hits, de no ser por sus mutantes patrones rítmicos o sus voces agudas y etéreas; es decir, casi todo lo que las hace especiales).
Quien diga que esto ya es demasiado comercial debería darse un garbeo por la FM. Esto es, de nuevo, de otro planeta. O, como mínimo, lo mejor de dos mundos en una pócima adictiva y genial. ∎