Anari, a quien
Joaquín Pascual últimamente produce e incluso colabora en algunos de sus directos, retrata su voz de lija y susurro como nadie:
“Cada vez que escucho un disco suyo pienso que la de Joaquín Pascual será la voz del megáfono que en una terminal de autobuses medio vacía y llena de polvo cante las instrucciones de supervivencia ante una inminente e inevitable catástrofe”. Hoy esa catástrofe podría ser, y mira que hay donde elegir, el final del romanticismo, o mejor, la claudicación del ser humano en su conservación y cultivo, incluso a pesar del calentamiento global:
“No hay nada que hacer por el romanticismo. Se terminó el tiempo del amor. Nuestro mundo, congelado en plena era de calor. Nuestros corazones, de hielo son”. La canción titular del álbum, colocada ya en la parte final, se sostiene en un protagonismo acústico para que electricidad y órgano se cuelen casi en clandestinidad.
Claro que hay más catástrofes dibujadas en el discurso del ex Surfin’ Bichos-Mercromina-Travolta. O qué es sino la disolución de una colectividad utópicamente analítica en muchedumbre sumisa e indulgente:
“No hace falta que pienses, está todo pensado, por el bien de la gente. Puedes ver una serie o ir al partido para entretenerte. Estamos bien porque somos gente. Estamos bien siendo solo gente. La gente siempre está bien. Y menos mal que solo somos gente”. No se puede decir más en menos palabras, no se puede ser mejor fiscal en la función última y suprema de la sociedad organizada y el
mainstream de la vida.
“Por el bien de la gente” es también, si se quiere, su momento más Surfin’ Bichos de un disco que siempre tiende a la austeridad, la artesanía y la crudeza, a lo esencial y la desnudez, con pequeñas excepciones, como el fraseo musical de
“La ventana” adornando una narrativa que se asoma al
dylanismo:
“Me asomo a la ventana, haya lo que haya que ver. Tú dijiste esa frase, mientras estábamos hablando, ya no pude escuchar nada más. Se me clavó como un dardo. Había sido un cobarde. No había querido mirarlo, por eso ahora te digo, abre la ventana, aunque esté fuera la tormenta. Que me cale en la lluvia, que me caiga encima un rayo. Ya no tengo miedo, nunca lo tendré”.
Pero, ¡ojo!, Joaquín Pascual, si se tiene que rendir, lo hará siempre desde el filo de la ironía burlona.
“Mientras esperamos el fin del mundo nos divertiremos tú y yo. Yo te quiero con toda la fuerza, con toda la fuerza de la destrucción”, canta en el tema inicial
“Con toda la fuerza”, en medio de un frenesí acústico-percusivo que ya marca el clima para el resto del lote. Quizá sea la siguiente
“El caos” la que esgrima mayor tensión eléctrica, a medio camino entre Mark Lanegan y Nick Cave:
“Salgo a la calle, quiero ver el caos. Está todo tranquilo, muerto, parado. Que venga un huracán. Que venga un tornado. Quiero ver volando todo por el cielo, y por qué no, tú también, como un saco por el cielo”. Mientras en el cierre de
“Tenías que elegir” casi se transmuta en su coetáneo y añorado Josetxo Ezponda de Los Bichos:
“Tenías que elegir y saliste corriendo, corriendo por las calles, llevado por el viento. Raro sobre raro, negro sobre negro”.
“No hay nada que hacer por el romanticismo” se maneja también desde un lirismo reflexivo e íntimo que se cuestiona los momentos de dicha con una sombra permanente de recelo, que en
“La felicidad” rastrea la desazonada paz del Lou Reed de “The Blue Mask” (1982):
“Qué rara es la felicidad. El silencio de la mañana. Te miro desde la ventana. Todavía estoy en la cama. Cierro los ojos y no veo nada. Una sonrisa se pinta en mi cara. Es increíble que esto me pase a mí. Creo que tengo fiebre o algo así. Si soy feliz, pienso en mi muerte. Y tengo miedo de perderte. Oigo tu voz que me llama. Te cuelas por la ventana. Se me escapa la mañana”. Ese mismo lirismo sostenido e intimidante perfora el escalofrío de
“Medio desnudo”:
“Desde que te fuiste ando tras de ti. Voy medio desnudo, ahora voy así. A veces soy un ancla, otras un motor. Hola corazón. Hola libertad. Qué suerte encontrarnos. Cuánto os eché a faltar. En la televisión mienten sin parar. Alguien, por favor, que diga la verdad”.
Como complemento al LP, cada single publicado ha contado con una cara B en la que Joaquín adapta canciones favoritas de T. Rex (“Get It On”), The Velvet Underground (“Sunday Morning”), Simon & Garfunkel (“The Only Living Boy In New York”) y Roy Orbison (“In Dreams”). ∎