Reedición

John Coltrane

Blue Train. The Complete Masters Blue Note-Universal, 2022

Han pasado 65 años desde que John Coltrane (1926-1967) grabase su único álbum para Blue Note, en 1957, mientras cumplía con su residencia en Five Spot Café, de NYC, como miembro del cuarteto de Thelonious Monk. El saxofonista y compositor de Carolina del Norte contaba con 30 años. A su alrededor, Kenny Drew (piano), Paul Chambers (contrabajo), Philly Joe Jones (batería), Lee Morgan (trompeta) y Curtis Fuller (trombón). Todos bajo la supervisión de uno de los dueños del sello, Alfred Lion, en labores de productor. La grabación se efectuó en el estudio de Rudy Van Gelder, un prestidigitador del sonido. Magos, todos los implicados, magos del ritmo, las armonías y las tonalidades, en plena era del bebop y ante la asunción del jazz modal. Con el bagaje de dos días de ensayos, la grabación se realizó en pocas horas.

La discográfica honora este álbum, publicado en enero de 1958, desde la historia musical y la calidad de sonido, con una nueva reedición y remasterización muy cuidadas. La escucha de las cinco piezas es alegre, llena de vida. También hay alguna tiniebla. Los respectivos solos así lo constatan: el de trombón de Fuller en “Blue Train”, el de piano de Drew en “Moment’s Notice” y el de trompeta de Morgan en el estándar “I’m Old Fashioned”, de los reputados Jerome Kern y Johnny Mercer. A excepción de esa preciosa tune de 1942, Coltrane o Trane, como lo llamaban sus amigos, es el autor de todo el repertorio.

La reunión del sexteto supone un logro fundamental en el devenir de distintos estilos jazzísticos. “Blue Train” es una oda al dinamismo, una ola de sensaciones. Con la escucha de la pieza que abre y da título al disco, esos diez minutos atemporales, sin adjetivos, que es el mejor elogio que se puede hacer a un músico, podríamos debatir sobre la oquedad, vestida de falacia, de si el jazz es intelectual o no. El jazz es “Blue Train”. Y viceversa. Sin aditivos.

Tal vez, para valorar este álbum habría que hacer dos cosas. Una, olvidarse de los adjetivos; cuanto más cercanos a las hipérboles, peor. La segunda parece más útil o, al menos, sugestiva: observar qué hizo Trane después. Si el audiófilo valiente se asusta ante tanto talento –etapas en Atlantic e Impulse! mediante–, entenderá lo que puede ocurrir cuando se enfrente a “Blue Train”. Menos congoja puede sentir cualquier cosa. Si nos acercamos a la máxima del elogio, nos encontramos con afirmaciones tales como que este disco representa el pináculo de la fase hard bop de Coltrane, justo antes de pasar a sonidos, digamos, de inspiración más global. Lo cierto es que el saxofonista hizo de las improvisaciones un arte laboral. Practicaba y ensayaba y vuelta a empezar. Coltrane era conocido por no ir de fiesta y practicar de madrugada después de los conciertos.

Si racionalizamos el asunto podríamos advertir que el músico estaba buscando un sonido, el suyo, que aquí ya asoma con una personalidad más allá del esbozo. Y, de forma bastante definida, en 1959, en las sesiones de “Kind Of Blue” de Miles Davis, en que “So What” sobresalió de tal manera que casi opaca el resto del álbum. Con el paso de los años, ha obtenido el estatus que merece “All Blues”, un hito del jazz, en el que Coltrane brilló con luz propia. Meses después, en 1960, el saxofonista presentaba al mundo “Giant Steps”. El compositor se muestra en su plenitud musical. Es entonces cuando da con su piedra filosofal. El músico deviene una alma incandescente. El jazz reconocerá un nuevo sonido intenso y conmovedor. El de John Coltrane.

Obtener ese sonido tiene un punto de partida que se cocina en su etapa en Prestige y toma vuelo en “Blue Train”. Como composición, “Blue Train” es, en origen, un blues, igual que “Locomotion”, y son sinónimos de eso tan etéreo que denominamos belleza. Quién sabe si el jazzman ya intuía que ese sería el sonido que, en pocos años y tras grabaciones memorables, conseguiría alcanzar.

Este lanzamiento de Blue Note, en su colección Tone Poet Audiophile Vinyl Reissue Series, está disponible en dos versiones analógicas: un solo LP mono, y una edición estéreo de dos discos, que contiene las tomas alternativas y otras incompletas, algunas inéditas, que también se publican en CD. Ambas producidas por Joe Harley y masterizadas por Kevin Gray. El conjunto del doble álbum se acompaña con un folleto encuadernado, con fotos de Francis Wolff –una de ellas acabó en la portada y ayudó a la comercialización de la grabación–, el otro dueño del sello en aquella época, además de un ensayo de Ashley Kahn. ∎

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