En un principio fue la distimia. Leo que es una depresión leve, pero de larga duración. Un trastorno depresivo persistente. Pues bien, nuestro hombre, Sturgill Simpson, a pesar de haberse ido convirtiendo estos últimos años en una especie de rey del country entre psicodélico, metamoderno y outlaw, la padece. Y ha intentado dejar de sufrirla. A estas enfermedades les da todo igual, incluso que seas de Kentucky.
Así que para despejarse la cabeza y encontrarse consigo mismo (esa expresión tan de coaching, lo siento; mejor intentar hacer las paces con sus fantasmas) decidió viajar. Los destinos elegidos, Tailandia y París, por ese orden. En el país asiático se tiró unos seis meses y de allí salió, ha dicho, restaurado, con un nuevo tatuaje con una leyenda budista –en sánscrito– en su espalda y una nueva perspectiva y energía con las que afrontar su vida y lidiar con la fama. Nos cuenta todo lo que hizo allí en la canción “Scooter Blues”, donde además de enterarnos, entre otras cosas, de que se implicó en la apertura de un bar en una playa remota e hizo kickboxing, llama la atención la frase “cuando la gente diga ¿eres él?, diré que ya no”. En otra canción del disco, “Who I Am”, refuerza aún más esa idea, la de mudar la piel, cuando de salida ya suelta “he perdido amigos y he perdido héroes, perdí todo lo que soy, incluso mi nombre, he estado pasando por cambios y encontrando claridad, y la comodidad de saber que nada permanece igual”.
Porque en Tailandia, además de cambiar por dentro, también decidió que cambiaría por fuera (lo de perder su nombre); así que, a partir de ahí, firmando como Sturgill Simpson ya no iba a publicar más discos con material original, los cinco que tenía y punto. En realidad, cuando lo dijo ya llevaba siete, pero “Cuttin’ Grass Vol. 1. Butcher Shoppe Sessions” y “Cuttin’ Grass Vol. 2. Cowboy Arms Sessions”, ambos de 2020, no cuentan porque en los dos versiona canciones suyas.
Tras Tailandia, turno para París en 2022, con otro medio año de reseteo. Para saber cómo le fue en la capital francesa, solo hay que acudir a la primera canción, “Swamp Of Sadness”, con pelos y señales: “Paso mis días en la bruma flotando en Le Marais, noches bajo las luces brillantes en el Mignon de Beaumarchais (…) Un marinero borracho perdido y solo en un pantano triste y mágico, Saint Michel protegiéndome de todo lo que quiero, pero la oscuridad cae como un trueno y ese viejo dragón gana, corriendo en círculos tratando de llegar al final, tratando de romper el ciclo de soledad y pecado, aquí vienen esas sirenas otra vez”. Pues sí, la distimia, al parecer, es persistente. Autobiográfico, “Passage du Desir” se desliza como un partido igualado entre el amor/romanticismo desastroso y la pérdida/melancolía profunda (ese “dicen que la alegría es pasajera y el dolor, para siempre, cómo desearía que la felicidad también dejara cicatrices” de “Right Kind Of Dream”), entre lo terrenal (errores pasados) y lo espacial (deseos imposibles, como el de “¿por qué no puede durar el sueño para siempre?” en “If The Sun Never Rises Again”), encajado todo como un conjunto de búsquedas de alivio a su orbisoniano only the lonely knows the way I feel tonight que, en lo musical, suena como un hermano mayor de “Metamodern Sounds In Country Music” (2014) y “A Sailor’s Guide To Earth” (2016), lo que ya es decir. Un perro de la misma raza sonora que ese par, pero más ducho. Listo para el campo y para la ciudad, sin estridencias, que sabe estar y te entiende, con el pedigrí ladrador de un, pongamos, Waylon Jennings, pero listo para ronronear (perdón por el atrevimiento, igual estoy demasiado suelto) con ecos de Fleetwood Mac, Steely Dan o Al Green.
Y, claro, como bien avanzó cuando dijo lo de que Sturgill Simpson was over (solo hay que mirar la portada de su reedición de “Metamodern Sounds In Country Music”, que lanzó este mayo y donde ha sustituido su cara, que salía en la versión original, por una calavera), no lo ha firmado con su nombre, pues este ya es el sexto álbum suyo con canciones nuevas. Así que Johnny Blue Skies es su nuevo alias, hasta nuevo aviso. ∎