Ya son cinco años sin disco de Feist (el último fue “Pleasure”, de 2017) y otros diez sin uno de la Feist más o menos animada (“The Reminder”, así es, cumple tres lustros este año). Para solventar este drama y nuestros problemas de humor, llega el primer EP para Ghostly de Kate Bollinger, cantante y compositora, indie-folk-pop cuyas canciones ya habían llamado la atención en formato autoeditado; una de ellas, “Candy”, del EP “I Don’t Wanna Lose” (2019), acabó sampleada para el tema titular del “Donda” de Kanye West (2021).
Tras el quizá demasiado ligero “A Word Becomes A Sound” (2020), este nuevo EP presenta a una Bollinger más sutil y, a la vez, efectiva que nunca en su persecución de un repertorio ligero pero jugoso, tierno pero profundo, con no poco soul en las voces. En algún lugar, Feist quizá escuchando “Look At It In The Light” y reconociendo a una hija espiritual. Ciertos aires jazz llevan hacia Norah Jones, dicho siempre como cumplido, claro: la suavidad está infravalorada. O, buscando compañeras generacionales, también Faye Webster, con la que ha estado de gira.
En cuestión de dos años, esta promesa de Richmond (Virginia) ha afinado sobremanera su olfato para la melodía, como dejaron claro los singles de avance. “Yards / Gardens” eran menos de dos minutos y medio perfectos, ágiles y mágicos. “Who Am I But Someone”, una delicia semipsicodélica que, hacia la mitad, se volvía más arrastrada sin dejar de resultar hipnótica, sobre todo gracias a esa línea de bajo gomosa marca Air. Todavía más lento y aún mejor era “Lady In The Darkest Hour”, grabado en los Spacebomb Studios con el arreglista Trey Pollard (Natalie Prass, otra posible referencia para Bollinger).
El resto del EP no defrauda en absoluto. Todo arranca fuerte, o suavemente fuerte, con la susurrada “I Found Out” y dos primeros versos autocríticos: “Descubrí que yo era el problema / Hasta entonces pensaba que eras tú”. El tema titular es un divertimento folk-rock (esas voces filtradas), y el que cierra los fastos, “Connecting Dots”, un momento de reflexión de sonido riquísimo, con toques inspirados de Rhodes y mellotron y la siempre fina batería de Devonne Harris. Inspirada por “muchas maquetas de los Beatles”, según nota de prensa, Bollinger quería que cada uno de los elementos fuera interesante por separado, que todo tuviera protagonismo.
Toda esta precisión sónica y compositiva contrasta con unas letras que son, sobre todo, declaración de confusión. La narradora es consciente del potencial de mejora, pero no parece interesada en el cambio (“intento no darme cuenta, negar mi destino”, canta en el tema titular). A la altura de “Yards / Gardens”, parece creer en el mañana: “Estoy viendo playas en mi mente / Llegaré allí, es solo cuestión de tiempo”. Pero en “Lady In The Darkest Hour”, desconfía del tiempo: “¿Confías en que el tiempo será tu amigo? / ¿Confías en que habrá cosas buenas esperándote al final, final?”. El caos vital se puede cantar con claridad y elegancia. ∎