Álbum

Las Dianas

Ya decidiré mañanaCasa Maracas, 2024

Escribió alguien a propósito de Lo que te pide el cuerpo” (2021), su anterior disco, que las canciones de Las Dianas eran el fiel reflejo de ese grueso de población cuya realidad son los DM de Instagram, los tíos pesados con poca sal en el cuerpo que no te quitas de encima ni con agua caliente y las noches de fiesta que terminan en pequeños desastres”.

La buena noticia, o la menos mala, es que no hace falta formar parte de ese segmento poblacional, ni siquiera saber del todo qué significa, para disfrutar de la música de las granadinas. Sobre todo ahora que se les han alineado los astros y todo lo que estaba a medio hacer en “Lo que te pide el cuerpo”, todo lo que no acababa de cuajar, encaja por fin a la perfección.

En la marmita, bullendo de placer, una de punk descarado y otra de pop adhesivo. Frescura y desparpajo al servicio de unas canciones levantadas sobre el lenguaje más o menos universal de las noches en vela, los días de pantallas y ansiedad, y la vida como gran gincana del desencanto. Hastío generacional y zozobra compartida por tantísimas bandas de la misma quinta en un disco atravesado por un arrebato de claridad y concisión.

Y es que, menos naíf y destartalado que “Lo que te pide el cuerpo”, “Ya decidiré mañana” condensa en nueve canciones y veintipocos minutos todas las bondades de la banda. Un buen ejemplo, si no el mejor, es “Tu funeral”, respuesta centennial, por decir algo, al “Vas a verme por la tele” de Los Planetas y exquisita mezcla de bilis azucarada y adherencia pop. “Quiero ser yo quien te clave / El último puñal / Que te conviertas en abono / Abono forestal / En tu funeral”, cantan.

A medio camino entre Melenas y Lisasinson, entre el desamor patológico, las urgencias del desencanto y la reivindicación del amor propio, Las Dianas sacan petróleo de la sencillez y regalan himnos de punk pop veloz como “Me jode”, “No quiero verte” y “Ya nunca me llamas”, tridente inaugural de un disco que es la viva imagen del ímpetu recién estrenado. Ahí están, para confirmarlo, esa gozosa oda a la procrastinación que es “Perdiendo el tiempo” o el agridulce ajuste de cuentas de “Sitio nuevo”. Teclados juguetones, electricidad brillante y canciones redondas para echarse algo más que unas risas. Bastante más. ∎

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