EP

Las Víctimas Civiles

El auge de la extrema perezaTelegrama, 2020
El grupo valenciano Las Víctimas Civiles era una célula durmiente desde que en 2016 lanzase su primer álbum, “40 años de éxitos del posfranquismo español”. Capitaneado por el poeta anarquista Héctor Arnau, gozó de cierto culto, propiciado en gran medida por sus vinculaciones con Maria Arnal & Marcel Bagés (que llegaron a versionar “Canción total” de aquel álbum) y por contar entre sus filas con un buen elenco de viejos conocidos del indie valenciano. En su nuevo EP se suma a su formación Xavi Muñoz, que ha tocado con Laetitia Sadier y Daniel Johnston, entre otros muchos, y que se encarga de la producción y mezclas junto con el bajista Pau Miquel Soler.

Si su anterior largo adolecía de un exceso de afectación en su búsqueda del chiste crítico (en muchos momentos, el cabaré crooner se confundía con la chirigota), lo mejor que se puede decir de este nuevo trabajo es que ha afinado el foco. Lo abre “Todo el mundo lo canta”, una especie de elogio satírico a la cocaína sobre base post-punk cuya letra la podría haber firmado Joaquín Sabina. A La Mandrágora, sin embargo (¡y a Brassens!), podría remitir la mucho más lograda “En el umbral”. Ahí, la voz hiperteatral de Arnau se arroja con total vitriolo en su crítica social arrabalera: “Maldigo encarnizadamente mi suerte / No quiero morir entre tanto pobre / tanto pobre anónimo / tanto pobre sin suerte / tanto pobre tatuado / tanto pobre sin dientes / tanto pobre traicionado como yo”.

Su cita bromista final a “Blue Velvet” de Bobby Vinton se funde con otra a “Somewhere Over The Rainbow” (Judy Garland) en la también brillante “Nada más feliz que esta esperanza”, medio tiempo en forma de indie rock casi canónico y texto asolado por un malditismo apocalíptico. Por último, el menos importante, el corte dos, “El árbol de la ley”, más ceñido a un folk-rock de wéstern decadentista que poco aporta a un discurso cuya mayor virtud es su capacidad de incomodar. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados