Su crónica se alinea con casi todos los paradigmas del malditismo pop: nacida y criada en Queens, Nueva York, hija de músicos, cantante y, sobre todo, compositora precoz aficionada al jazz en la que depositaron sus esperanzas grandes nombres de la industria y que terminó dedicándose a facturar partituras para otros artistas, cayendo luego bajo los hechizos del pop barroco de los sesenta del pasado siglo de la mano de una obra única –
“Take A Picture” (1968)–, reivindicada décadas después de su publicación.
Pese a ello, los inicios de
Margo Guryan (1937-2021) no pudieron ser más prometedores hasta el punto de ser invitada, cuando aun no había cumplido los 20, a registrar unas maquetas para Atlantic Records. En realidad, ella no quería ser cantante de jazz y su voz carecía de la consistencia exigida en ese contexto. La experiencia, calificada por nuestra protagonista como
“un desastre total”, la consolidó en una elección compositora canalizada en su formación a través de la tutela en la Lenox School Of Jazz de Massachusetts de gigantes del jazz como Jaki Byard o Max Roach, quien incluso la invitó a suscribir los textos de la carpeta de su magnífico “Percussion Bitter Sweet” (1961).
Sus canciones maduraron a través de nombres como una Chris Connor que patentó su primer éxito con
“Moon Ride” en 1958, mientras pesos pesados del jazz de la dimensión de Dizzy Gillespie, Anita O’Day, Carmen McRae o el tándem Jeanne Lee & Ran Blake o de otros ámbitos –Astrud Gilberto, Harry Belafonte, Cass Elliot, Spanky & Our Gang, el dúo integrado por Glen Campbell y Bobbie Gentry o la sudafricana Miriam Makeba sirven de ejemplo– pondrían voz a su material en distintas etapas hasta el punto de que en 1967 ya era una de las compositoras más buscadas de la escena. Antes, su conexión con el jazz incluso se había visto reforzada por un breve matrimonio (1964-66) con el trombonista Bob Brookmeyer.
Cuenta la leyenda que tuvo que llegar la canción “God Only Knows” de The Beach Boys / Brian Wilson para que Margo viviera una epifanía y desplazara su talento hacia una vertiente más acorde con ese modelo pop delimitado por primorosas melodías y armonías, así como por una singular gestión de tiempos y arreglos. A la melancólica
“Think Of Rain”, popularizada por Jackie DeShannon en 1967, le siguieron un puñado de piezas erigidas en ensayos de su reinvención. Todas se recrearon en aquel magnífico “Take A Picture” para Bell Records: un ejemplo de su proporcionada noción del pop de cámara, adaptado a su dulce y cálida voz, surcado por letras cercanas e íntimas, arropado por elegantes arreglos y supervisado por su segundo esposo, David Rosner. Esta modesta y lírica pieza maestra del sunshine pop apenas obtuvo difusión, en gran parte debido a la reticencia de Guryan a someterse a las exigencias promocioneras, directos incluidos.
La neoyorquina siguió componiendo para otros, aunque tuvo que esperar hasta 1996 a que el álbum se reeditara en Japón y comenzara a expandirse como un clásico de culto, consolidado por su relanzamiento en Estados Unidos y España, aquí de la mano de Siesta. En 1998, Saint Etienne habían grabado una versión de
“I Don’t Intend To Spend Christmas Without You” (1967), mientras que en 2001 saltó a tiendas el recopilatorio
“25 Demos” agrupando registros posteriores, reforzados en años siguientes por transitorias apariciones que se finiquitaron con su muerte en noviembre de 2021.
Llega ahora
“Words And Music”, una edición con vocación de integral y que anuncia dieciséis inéditos en doble CD o triple LP, presentando cronológicamente la práctica totalidad de este itinerario musical, escoltada por el correspondiente libreto. Desde aquellas fallidas maquetas de cándido aliento swing para Atlantic hasta material de la década 1968-1978, rematado con una grabación de 2001 de
“Goodbye July”, una canción escrita en 1966. Aunque algún fleco –el crítico “16 Words” / “Yes I Am” (2007)– evita que el panorama sea completo, nada se puede reprochar al reputado sello Numero Group a la hora de inscribir en su lustroso catálogo una compilación tan cuidada y esencial como esta; de hecho, los más diligentes incluso encontrarán como bonus en la primeras quinientas copias de una de sus ediciones en vinilo un diez pulgadas con aquel divertimento titulado
“The Chopsticks Variations” que Guryan registró al piano para Oglio Records en 2009, rememorando, sin duda, su educación infantil como pianista clásica en la Universidad de Boston. ∎