Álbum

María Terremoto

ManifiestoUniversal, 2025

En las antípodas de La Terremoto de Alcorcón –a la que admiramos incondicionalmente–, aterriza la no menos telúrica cantaora jerezana María Terremoto en una multinacional de solera como Universal. En realidad se trata de un regreso discográfico, ya que conocemos otro álbum titulado “La huella de mi sentío” (IRMusic, 2018). Aquel primer trabajo llegó después de ser la artista más joven en ganar el Giraldillo Revelación de la XIX Bienal de Flamenco de Sevilla en 2016 tras su actuación en la Iglesia de San Luis de los Franceses. En aquel disco la acompañaron los guitarristas Diego del Morao y Manuel Parrilla, Pedro Miño al piano y la voz de Esperanza Fernández con José Acedo en la producción.

La sobriedad que exhibió en “La huella de mi sentío” vuelve a mostrarse en “Manifiesto”, un trabajo autobiográfico que presentó el pasado 1 de febrero en el Teatro Villamarta de su ciudad natal –su preestreno fue en Nimes el 17 de enero–. María Fernández Benítez, que no solo ha heredado el apodo de su padre Fernando y de su abuelo, Terremoto de Jerez, escribe todas las letras de estas nuevas canciones creadas en apenas quince días, según confiesa esta cantante de poderosa voz y gustos desprejuiciados, desde Aretha Franklin a La Plazuela. La presencia del alicantino Yerai Cortés –guitarra, palmas, percusión, producción y colaborador de C. Tangana– durante el también breve proceso de grabación de apenas seis días en los estudios Metropol de Madrid conecta “Manifiesto” a una corriente que lucha por versionar un concepto propio de pureza flamenca desprovisto de los purismos tradicionales que lo lastran.

Esto que parece una “contradicción de términos” se manifiesta en elementos más tangenciales como las declaraciones de la artista, su imagen urbana o los sufijos inclusivos de títulos como “Murmuraorx”. Junto al nombre de las canciones y la aclaración del palo que corresponde en cada momento, María también añade un campo semántico que sirve para definir la intención lírica. Por ejemplo, la primera pieza, “A la muerte – Romance, soledad”, reflexiona con sencillez sobre el dolor que le causó la desaparición de algunos seres queridos, sumando al impacto de la voz desnuda de María los sonidos de un cajón austero y mínimo jaleo. A “Desconcierto” y “Dudas” le suceden sentimientos más optimistas: “Conciliación”, “Devoción”, “Resiliencia”, “Libertad” y “Coronación”, tan contemporáneos en algunos casos como desprovistos de tendenciosidad. Manifiesto y pureza, sí.

El segundo álbum de la andaluza tiende a la luz, pero esconde por el camino otros guiños tan poco “puristas” como la bellísima petenera, ese cante proscrito del flamenco, “Alma no salgas del cuerpo”, donde la nueva Terremoto emociona desde su raíz andalusí con sentimiento, elegancia, madurez y la modernidad de apenas dos notas al sintetizador. A partir de “Soñé que la nieve ardía”, una soleá llena de dudas, sueños y paradojas, se abren paso los verdiales, un levante, alegrías, el tango rumbero de Miraíta” y las bulerías de “Reina” como festivo colofón de un “Manifiesto” personal que conserva el sonido cristalino en sus ocho piezas autorales indisolublemente unidas al repertorio de embrujos y quejíos que nutren esta música vernácula tan llena de dramaturgia y de legítima aspiración generacional quizá con más cambios en ciernes, como un día hizo Soleá Morente. ∎

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