Maxïmo Park

Podrían haber sido los Strokes del post-punk, los más listos y apañados de su generación, pero a partir del segundo disco empezaron a desinflarse y para cuando publicaron “Quicken The Heart” (2009) el mundo ya estaba a otra cosa. Échenle la culpa a la sobredosis de bandas mediocres nacidas de la marmita del revival post-punk, a la histriónica puesta en escena de un cantante empeñado en encajar a martillazos a Ian Curtis y Jarvis Cocker, o a unos directos en los que se les aflojaban cosa mala las costuras y se les veían todos los remiendos, pero lo cierto es que Mäximo Park corrieron peor suerte de la que seguramente merecían.

Quizá por eso tiene algo de justicia poética, o de justicia a secas, que justo ahora, en pleno 2021 y cuando el mundo está, sí o sí, a otra cosa, los de Newcastle se hayan descolgado con su mejor disco en una década larga. Vale, el mérito es relativo si tenemos en cuenta que para llegar hasta aquí se ha tenido que pasar antes por medianías como “Too Much Information” (2014) o “Risk To Exist” (2017), pero si algo bueno se puede decir de este “Nature Always Wins” es que se trata del esfuerzo más decidido (y también efectivo) por reconectar con el espíritu y la energía de “A Certain Trigger”, su fogoso debut de 2005.

Una suerte de back to basics que, quitando un par de intentos por arrimarse a The Killers y, glups, Kings Of Leon, vuelve a exhumar el pop de los ochenta, subsección oscuros y arrebatados, para traérselo al presente entre zumbidos de guitarra new wave, ritmos nerviosos y efervescentes y sintetizadores de brillo satinado. Incluso reduciendo ligeramente el voltaje eléctrico, Paul Smith y los suyos se las apañan para entregar un ramillete de himnos pop que, de “I Don’t Know What I’m Doing” a “Versions Of You”, pasando por “Ardour” o “All Of Me”, reverdecen laureles y recuerdan que cualquier tiempo pasado quizá no sea mejor, pero sí que puede reaparecer cuando uno menos se lo espera para enderezar carreras a la deriva. ∎