Los caminos de la creatividad (y el éxito) son inescrutables. En ocasiones, lo que empieza como proyecto paralelo se puede convertir en camino principal. Desde que unieron fuerzas y contrajeron sus alias para “Moderat” (2009), ha sido casi inevitable pensar que a los discos de Modeselektor les hacían falta más voces de Sascha Ring, del mismo modo que a los discos de Apparat le habrían ido bien unos breaks de Gernot Bronsert y Sebastian Szary. La pausa que se tomaron en 2017 duró bastante, pero seguro que bastante antes de volverse a ver, eran conscientes de la realidad: juntos son (aún) mejores.
Han pasado seis años desde el electro-soul “III” (2016) y el mundo se ha vuelto, si cabe, un lugar aún peor donde vivir. Moderat capturan cierta energía global apocalíptica ya desde un título que, además de ser ingenioso anagrama de “MODERAT 4”, remite a la saturación de información que nos rodea y a los Radiohead más distópicos. El mensaje de preocupación se extiende a unas letras algo crípticas que Ring moldeó, en gran parte, visitando la Gemäldegalerie de Berlín para alejarse del mundanal ruido a través de pinturas sublimes de otro tiempo.
Moderat han vuelto, en fin, moderadamente hedonistas, con un grado de melancolía incluso mayor al que nos tienen acostumbrados. “MORE D4TA” no arranca con un banger del estilo de “Bad Kingdom” y hay que esperar hasta el ecuador del disco para encontrar un himno de club más o menos evidente: “NEON RATS”. Su corte inaugural es “FAST LAND”, introducción instrumental (como la mayoría de temas del álbum) con el pulso de “Teardrop” (Massive Attack) y el aura de una gran banda sonora de ciencia ficción sobre la rebelión robótica. Ya desde este arranque, Moderat apuestan claramente por la experimentación modular y salen ganando y noqueando. (El sonido es aún más avasallador, si cabe, en la masterización en Dolby Atmos creada por el propio trío para Apple Music).
La melancolía sigue fuerte en “EASY PREY”, electropop taciturno de raigambre IDM. Expresión, quizá, de un trauma más particular que global: el narrador parece sentirse asfixiado y manipulado en una relación. Tras el techno ensoñador con esqueleto breakbeat de “DRUM GLOW”, llega la obligada referencia a Depeche Mode con “UNDO REDO”, en la que Ring se vuelve casi un imitador de Dave Gahan. El influjo DM se advierte también en “NUMB BELL”, instrumental con aromas del rotundo pero matizado “Violator” (1990). Algo menos esperable es la influencia de los últimos Low (Gernot Bronsert me dio la pista en una entrevista para ‘El Periódico de Catalunya’), que se detecta sobre todo en una “MORE LOVE” de sonido denso y ruidoso, sobre todo a la altura del obsesivo estribillo.
Lejos de dejar la esperanza para el final, “MORE D4TA” acaba en un momento de derrota. Un viejo gobernante se enfrenta a la obsolescencia de los hombres demasiado poderosos. Final que puede leerse como optimista, pero pintado con azules opacos y oscuros y con un sonido de cristal roto como remate. ∎