Álbum

Monteperdido

Daño físicoSonido Muchacho, 2023

Las guitarras de los noventa están volviendo. Es un hecho fácilmente apreciable en el pop anglo, que en los últimos años nos ha permitido trazar líneas que van de Olivia Rodrigo a Nilüfer Yanya, pero ¿en España? Quizá de España las guitarras de los noventa nunca se fueron. Un poco en torno a ellas, de hecho, se fue construyendo nuestra idea de indie rock, y a paso tímido se fue desprendiendo de extranjerismos –que no de influencias– para afianzar una identidad local fuerte. Una que, desde la fundación del sello Sonido Muchacho, se ha convertido en bandera de la escena con epicentro en Madrid, y que ha añadido a la fórmula la intensidad Y2K.

Monteperdido son una de sus últimas apuestas. Un quinteto –Bego, Tomás, Dani, Willo y Diego– relativamente reciente, pero que esconde años de carretera detrás, con sus miembros dando tumbos por casas okupas y asociaciones autogestionadas del circuito punk de toda Europa o embarcados en proyectos de folk emo, screamo o incluso pop acústico –con Bego y Tomás formando unos Ordesa respecto a los que Monteperdido es un sueño distorsionado–. Y se nota. En su segundo larga duración se pueden reconocer destellos de cada uno de los mundos que han habitado, además de una consistencia sonora y una profundidad lírica afinadas con la experiencia y el paso del tiempo.

Más lejos de Kokoshca que en su primer trabajo o en sencillos posteriores –que no han entrado finalmente en “Daño físico”, como el maxi “Cosas rotas”, que marca su primera referencia en el sello madrileño– y más alineados con la tradición socarrona y noisepopera de Juanita y Los Feos y de Los Punsetes –que aquí funcionan como norte cardinal–, acortan las sílabas y los caminos para dibujar ideas, y se dejan llevar por una evidente pulsión pop, presente desde la apertura con “AÑO 2K”.

Las guitarras, al fondo, se levantan sobre cimientos emo y se acercan al post-hardcore, pasando por momentos más contundentes como “TODO MI AMOR” u otros más expansivos, como “NO ESTOY BIEN”, con sus coros y su rollo pop punk. Y dejan dos grandes canciones por el camino: una original “MARCA 52” que arranca como desperezándose de un sueño de dream pop y se revoluciona reconciliando a Superchunk con la escena urbana escorada hacia el emo, y la inconmensurable “VAS A PETAR”, himno de pop de guitarras sobre ver el futuro con forma de precipicio y las presiones del mundo moderno y el turbocapitalismo.

El quid de la cuestión, sin embargo, está en la voz de Bego, que conecta con ánimos más punk aun cuando brilla con vocación pop. Sus letras admiten delirios como los de “PASIÓN”, provocados por la incineradora ola de calor que asoló Europa el año pasado. Y aunque en general parezcan ahogadas en ansiedad –tanto generacional como personal–, descontento y precariedad y medicadas con Trankimazin, se abre camino, entre líneas, una visión optimista, un cierto vitalismo. “Hacer deporte no es tan deleznable”, canta en el catártico grand finale de “RIP”. “Hoy va a ser un día de puta madre / Hoy planto cara al futuro, hoy me ducho seguro”.

La facción luminosa de las bandas noise de Madrid ofrece al fin, en “Daño físico”, un disco rápido y directo como un jab, consecuente con su generación, que abraza el derecho a fracasar y que luce con orgullo las cicatrices de un mundo en crisis. Siempre mejor un puñetazo que una gran mentira. ∎

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