Morrissey cada vez nos cae peor, su trabajo nos apetece menos y cada nuevo disco reaviva el incómodo recuerdo de los viejos buenos tiempos. Los álbumes publicados por el británico durante el último decenio ofrecen chicha a la que aferrarse –la desangelada colección de versiones
“California Son” (2019) no puntúa aquí–, pero quedan lejos de las conquistas de antaño. Y están sobrevolados por la antipática sombra de su figura pública, qué le vamos a hacer.
“I Am Not A Dog On A Chain” no escapa a estas consideraciones, aunque gusta más que
“World Peace Is None Of Your Business” (2014) y
“Low In High School” (2017). Como aquellos, está producido por el experto Joe Chiccarelli, quien no se corta al adornar las canciones, disponiendo arreglos exuberantes y soluciones siempre imaginativas que añaden dinamismo a un disco que se aproxima a las lindes del notable.
El sustrato lírico es acre, como de costumbre. Encontramos cavilaciones sobre la vida y el amor en
“Jim Jim Falls”. Alegatos misantrópicos en
“Love Is On Its Way Out”. Textos de autoafirmación en el tema titular y en
“Knockabout World”. Impías reflexiones sobre la naturaleza de la verdad en
“Bobby, Don’t You Think They Know?”, con Thelma Houston como invitada. Y paseos por el túnel de la memoria en
“Once I Saw The River Clean”. No va a cambiar algunas percepciones sobre el ciudadano Morrissey, pero no está nada mal. ∎