Procedente de Sierra Madre, Panch Briones vive ahora en Houston –quizá en el tránsito perdió, si acaso, la “o” de Pancho–. Tampoco sabemos si ha sido desde allí, o fue de antes, cuando el músico mejicano publicó un álbum excelente, “Diluvio” (2019), y otro EP, “Penitencia” (2017), ambos en similar clave testamentaria a lo que esta vez licencia en su sello Steve Goodman (Kode9).
El alter ego de Briones no es baladí. En una sociedad tan desigual como la norteamericana –siempre hay sitios peores–, el culto a la Santa Muerte, especialmente popular en metrópolis como Los Ángeles, Tijuana y Ciudad de México, connota justicia y nivelación además de magia y devoción. Nadie se escapa de su guadaña, el pobre o el rico, el policía y el narco, el ciudadano y el inmigrante ilegal, el rey del mariachi o el Papa –Francisco la condenó por idólatra y nihilista–. Se trata de una religión neopagana con ancestros casi tan antiguos como la conciencia humana que en este caso fusiona cierta simbología mesoamericana precolombina con la cristiana –o viceversa–. Si Briones buscaba una carga social-objetivada para su obra, aquí tiene un potosí que sabe tamizar a base de cultura urbana afroamericana.
“Eslabón EP” supone el debut de Santa Muerte en Hyperdub, un sello establecido dispuesto a renovar repertorialmente su propio espectro sonoro –nunca mejor dicho– con la hibridación que propone Briones entre tradición y tecnología. Para ello, emplea la tecnología de una manera nada lineal a base de voces ceremoniales, sintetizadores melódicos, bajos profundos y sutiles claves hip hop. Sus dos primeros cortes subrayan el factor exótico gracias a títulos como “Tonatzin”, nombre de la diosa azteca mutada en Virgen de Guadalupe, y su dulce rezo en nahuatl o lengua mexica. La tribal “Coahuiltecan”, aunque suena a alguna polirritmia de Semana Santa, se refiere a los coahuiltecos, una amalgama extinta de pueblos indígenas distribuidos originalmente entre el norte de México y Tejas.
“Emma”, tercer tema de este elegante EP de corta duración –apenas trece minutos, lo cual añade todavía más frescura a este tipo de formatos–, contiene una textura espaciosa y melancólica que acaba transformándose en algo parecido a un tiroteo o lucha de machetes. Aunque es solo una interpretación, conviene recordar la alta tasa de mortalidad violenta que sufren las mujeres en México –18.000 en los últimos cinco años, según un informe publicado recientemente por ‘El País’–. En lo estrictamente musical, “Eslabón EP” se estructura bajo dos reglas: un ritmo evolutivo, fluido y constante que también se experimenta dentro de cada pista individual, evitando irritar la escucha al mismo tiempo sin renunciar con ello a lo inesperado. Un sugestivo trabajo de equilibrismo electrónico que se acaba cerrando con el afro-house ambiental de “Laberinto”. Mención aparte merece su portada, un humilde adosado rural bajo, así como la tipografía germánica y los cielos, en este caso abierto, que Santa Muerte suele emplear. ∎