La violinista canadiense Sarah Neufeld (Arcade Fire, Bell Orchestre) entrega su tercer álbum en solitario –cuarto, si contamos “Never Were The Way She Was” (2015), su colaboración con Colin Stetson, su marido–, disco que la confirma como una de las voces indispensables de lo que podríamos enmarcar en el amplio espectro del modern classical.
La continuación de “The Ridge” (2016) se compone de siete piezas interpretadas por un cuarteto que, además de la propia Neufeld al violín, voces y sintetizadores, incluye a Pietro Amato (trompa), Stuart Bogie (flauta, saxofón) y Jeremy Gara (batería, sintetizador). La grabación, en el Hotel2Tango de Montreal, sede de Godspeed You! Black Emperor y otros proyectos de la tropa Constellation, disemina sonidos de texturas cálidas que oscilan entre el ambient de romanticismo espectral –“Stories”, “Unreflected”– y la grandeza paisajística y repetitiva de algunas piezas de popes como John Adams y Philip Glass (los casi diez minutos de la monumental “Tumble Down The Undecided”).
El evangelio del minimalismo, con el violín como protagonista, engarzado entre los bucles de los instrumentos de viento, extiende un estimulante horizonte de grandeza en un álbum cuyo origen se remonta a 2015, cuando Neufeld fue invitada por la coreógrafa Peggy Baker a crear música para su compañía de danza.