Álbum

Shintaro Sakamoto

Like A FableZelone, 2022

No se entiende ni papa, pero intuimos que Shintaro Sakamoto no removerá los cimientos de la canción lírica con sus letras. O quizá sí, no hay forma de saberlo sin la participación de un traductor –quizá en la versión física–. A juzgar por el contenido musical de “Like A Fable” y del título de las canciones, que alguien ha tenido la amabilidad de traducir al inglés, en Sakamoto se intuye mucha coña marinera: “Eso era ilegal”, “¿Todo bien?”, “Tienes tiempo pero yo no”, “Triste recado”, “Amor espeso”

Párrafo aparte merece la pinta del músico de Osaka, una estrella en su país. No nos ensañaremos porque es inelegante, pero siempre es honesto asumir la importancia de la imagen en el pop. Por si les sirve como pista, el parecido físico de Shintaro con Ryuichi no pasa de lo étnico. Su cara de póquer, hermética y guasona, resulta ancestral, arquetípica, casi paradigmática. También se le compara reiteradamente con Todd Rundgren, otro feo autosuficiente y genial, aunque las equivalencias serían de otro tipo.

Sakamoto procede de la banda de rock garagero Yura Yura Teikoku, que operó más o menos hasta 2011, año en el que publica su primer álbum, “How To Live With A Phantom”. Por aquí lo conocemos por su reciente participación en el recopilatorio de poemas de Allen Ginsberg “The Fall Of America” (2021). “Like A Fable” sería su cuarto trabajo largo en solitario y no supone cambio de presupuesto alguno respecto al lounge pop de sus colecciones precedentes. Un disco que, consecuentemente, transpira buen rollo de principio a fin. El sentido del humor, en cualquiera de sus variantes, es un denominador común en el pop nipón y signo de buena educación. No hay más que escuchar su EP de 2021, “The Feeling Of Love”. Una verdadera maravilla de talento freak con marcianadas como “Obscure Nightclub”. Búsquenlo. Me lo agradecerán toda la vida.

“Like A Fable” podría definirse como una nueva muestra de sincretismo sonoro japonés si no fuese por el fenómeno de la globalización, que pasa por agua cualquier forma de exotismo. Contiene piezas de synthpop espacioso como “That Was Illegal”, un staccato a medio tiempo a base de trompeta cómica con sordina y esas voces japonesas femeninas tan sexis. También se da mucho soul, como la despreocupada “Floating Weeds” –muy Al Green–, o “You Still OK”, con Farfisa saltarín tipo Stereolab-pasados-de-valium. El funk setentas de “Thickness Of Love”, que incluye ritmo bossa y un saxo a lo Bernard Herrmann en “Taxi Driver”, se une a delicadezas folk como “Star”, con sus flautas mellotrónicas, o la optimista “The Whereabouts Of Romance”, con su steel guitar hawaiana, elegante wah-wah y flauta jazz para concluir con felicidad el disco del verano. ∎

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